Sororidad y Masonería

agosto 2, 2021

PARTE III

Todos los elementos que hemos citado, relacionado y sobre los que hemos reflexionado en las dos partes anteriores los encontramos en el microcosmos que representa nuestro grupo masónico. Entre nosotras experimentamos y vivimos la sororidad. Nos reunimos mujeres que sabemos que somos diferentes y que seguramente difícilmente hubiéramos coincidido en nuestra vida social cotidiana. Nuestra familia, educación, ambiente social, experiencias y creencias nos hacen diversas. Entre nosotras existe una alianza sororal, en donde nos escuchamos, intentamos ser solidarias entre nosotras, empatizamos con las demás, aprendemos unas de otras, voluntariamente nos hemos comprometido en un pacto de ayuda mutua. Creemos en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad, Tolerancia y Laicidad entre todos los seres humanos. Pero como mujeres que somos, tenemos presente otro valor que también nos compromete: la sororidad.

El método masónico es para nosotras un aliado en este terreno. Mediante el autoconocimiento recorremos un camino que nos lleva a detectar nuestras debilidades, para desde ahí reconstruirnos y crecer  como mujeres y como seres humanos. Mediante él nos dotamos de las herramientas que pueden hacernos mejores y más útiles a nuestras hermanas, a la sociedad en general y a las mujeres en particular.

También entre nosotras nos llamamos hermanas, señalando que lo que nos une es algo distinto a la amistad, es un objetivo común: nuestra mejora personal dirigida a una transformación social. Y ahí está la clave fundamental de la sororidad: esa transformación que busca mayores cotas de igualdad y de libertad, elementos fundamentales para evolucionar como individuos y como especie.

Nuestros usos y costumbres son también sororales, pues se basan en el respeto y la dignidad entre nosotras, para que nuestros trabajos fluyan y sean útiles y productivos. De esta forma podemos “sorecer” juntas.

Sororidad es una hermosa palabra, forma una pequeña aliteración que nos recuerda a “la libélula vaga de una vaga ilusión” de Rubén Darío o “en el silencio sólo se escuchaba un susurro…” de Garcilaso. Si la pronunciamos despacio, semeja un arroyo que suena a lo lejos. Sin embargo está revestida de la fuerza de un río caudaloso que ya es imparable.

Como masonas y como mujeres que vivimos en sociedad, nos proponemos crecer cada día más en sororidad tanto entre nosotras como con en nuestra relación con la sociedad, para así contribuir con nuestro granito de arena a una humanidad más justa, libre e igualitaria.

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