Somos lo que aprendemos

octubre 3, 2024

PARTE I: REFLEXIONES INICIALES

Comenzamos una serie compuesta por seis partes en las que vamos a ir desgranando nuestra manera de concebir el aprendizaje y la importancia que tiene para nosotras.

La expresión "somos lo que aprendemos” sintetiza la influencia del aprendizaje en la  construcción de la identidad, de las distintas maneras de percibir e interpretar el mundo y de la forma que tenemos de relacionarnos con él.

Este trabajo no pretende dar cuenta de la globalidad de lo que somos los humanos, sino centrarse en el aprendizaje como una peculiaridad específica y fundamental de nuestro modo de ser. Nos interesa especialmente reflexionar sobre el aprendizaje tal y como lo concibe la masonería: como un proceso de transformación y como un camino que emprende toda masona en el que es imprescindible atreverse a pensar, a avanzar, a cambiar, a renacer, a desprenderse de lo inútil y dañino, para progresar en el proceso de superación en el que nos comprometemos. En ese proceso de aprendizaje nos vamos convirtiendo en lo que somos.

No se trata de elaborar una teoría y luego aplicarla, sino de integrar teoría y práctica de forma indisoluble. La teoría sola no es transformadora y la práctica sin fundamento no nos permite crecer.

¿Cómo logramos esa simbiosis teórico-práctica?

Viviendo el proceso de aprendizaje como un saber hacer, como un permanente pensar y hacer o hacer pensando. Somos una fraternidad que practicamos el adquirir conocimientos, el interiorizar valores y el avanzar en la búsqueda de la sabiduría. Consolidamos todo este aprendizaje no solo en una misma y entre nosotras, sino también en cómo nos relacionamos con todos nuestros congéneres.

Nuestra finalidad, pues, es un hacer reflexivo, una búsqueda en la que transformándonos a nosotras mismas contribuimos al progreso de la humanidad, al menos como pretensión y como utopía, tal y como lo popularizó la metáfora del aleteo de la mariposa: una causa mínima puede tener grandes efectos.

Hay dos focos fundamentales del proceso de aprendizaje: el interior y personal y el exterior y social. Ambos los trabajamos sin olvidar que lo psicológico, lo grupal y lo social se complementan entre sí y conforman nuestro crecimiento espiritual.

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