Esta frase, atribuida a Rosa Luxemburgo (1871-1919), contiene las palabras movimiento y cadenas. Mover implica un cambio de la posición respecto de un sistema de referencia. Cadena, tiene un doble significado: como limitadora de libertades y como pertenencia a un colectivo.
Desde el mismo momento en que nos levantamos del suelo para aprender a caminar, lo hacemos buscando la libertad, a pesar de las cadenas que desde nuestra más tierna infancia nos atan. Ese impulso liberador nos permite arriesgarnos ante lo nuevo, lo diferente o los cambios. Atreverse a ir más allá es arrojarse hacia la luz.
Esta frase de Rosa Luxemburgo se refiere a una actitud pasiva, acomodaticia y acrítica de aquellas personas que viven la vida viéndola pasar, sin pensar autónomamente, sin comprometerse, sin cuestionarse el orden establecido. Viene a poner de manifiesto el peligro al que se enfrenta una sociedad sin aspiraciones, desconocedora de la fuerza que da la unión, incapaz de tomar conciencia de la situación en que se encuentra y de luchar por sus derechos. Esta frase es una llamada a despertar, a aprender para tomar conciencia, a no tener miedo.
Rosa Luxemburgo nos quiere expresar el valor de poseer un espíritu crítico que nos lleve a mirar en nuestro interior para analizarnos y evaluarnos. Nos empuja a actuar para lograr una liberación personal y para conseguir una emancipación social, siendo el ingrediente básico para emprender este cambio personal y social la educación, en la medida en que tiene el poder de transformar actitudes y mentalidades.
Hay aún muchas sociedades contemporáneas donde las cadenas están muy presentes, pero también en nuestro contexto más cercano perviven. Suelen ser menos visibles porque adoptan formas muy sutiles.
Romper las cadenas no es fácil. Incluso las mujeres conscientes de la necesidad de seguir avanzando en la igualdad caemos en acciones que nos contradicen. Hemos asimilado hasta tal punto lo que se nos ha enseñado desde que nacimos, que nos cuesta acabar con estos patrones de conducta que están profundamente insertos en nuestro inconsciente. Estamos limitadas por cadenas políticas, cadenas personales, cadenas sociales. Debemos romperlas cada una de nosotras analizando nuestras propias actitudes y comportamientos.
Hoy en día nos atan también las cadenas de la desinformación que son tan difíciles de romper. Muchos de los mensajes y de las noticias con las que se nos bombardea continuamente no están presididos por el afán de informar rigurosamente sino de desinformar. Se manipula y miente a conciencia y sin pudor bajo la máxima de repetir muchas veces un bulo o una mentira para transformarla en una aparente verdad.
Estas cadenas exigen una actitud activa y crítica que nos lleve a contrastar informaciones, buscar diversas fuentes, analizar todos los argumentos. Debemos perseguir no vencer al otro en un debate vacío sino a construir entre todos una verdad sustentada por valores y no por intereses.
La declaración de principios emancipadores como Libertad, Igualdad y Fraternidad, valores fundamentales de la masonería, puede convertirse en nuevas cadenas si los vaciamos de contenido, repitiéndolos de forma rutinaria. Porque el trabajo masónico también implica mirar críticamente todo aquello que a nuestro alrededor nos impide ser más libres, más iguales y más fraternales. Nos exige movernos, a través del estudio, la reflexión y el intercambio de pensamientos, hacia el mundo que deseamos construir y por el que merece la pena luchar.