CARMEN CONDE, DE LENGUA Y PALABRA
Carmen Conde.
En el amplio universo de la literatura y la lengua española, es algo difícil encontrar a las mujeres, que, sin lugar a dudas, intentaron dejar su huella a lo largo de la historia.
Desde las sombras de la discriminación y las barreras impuestas por una sociedad patriarcal, algunas escritoras lograron abrirse paso y conquistar espacios que antes les habían sido negados. Una de estas pioneras fue Carmen Conde Abellán, quien se convirtió en la primera mujer en ocupar un sillón en la Real Academia Española (RAE) y de la que ya hablamos en nuestra entrada de 26 de enero de 2022 dentro de nuestra serie “Mujeres de la Generación del 27”, a la que os remitimos.
Nacida el 15 de agosto de 1907 en Cartagena, desde temprana edad la escritura se convirtió en su pasión. A pesar de las limitaciones impuestas por su entorno, Carmen se lanzó a la conquista de la literatura. Dicen que escribía debajo de la cama, en secreto, a escondidas de unos progenitores que no valoraban sus aspiraciones literarias.
Afortunadamente, sus padres se equivocaron por completo. Su carrera literaria fue brillante y prolífica. Como parte de la Generación del 27, Carmen destacó como poeta, narradora, dramaturga y ensayista. Su obra lírica suscribía las propuestas de la poesía existencial de los años 30. Pero su legado va más allá de sus versos y prosa.
El 10 de febrero de 1978, 250 años después de la fundación de la R.A.E., Carmen Conde logró un hito histórico: fue elegida académica de número de esta institución. Por primera vez desde su fundación en 1714, la Real Academia Española abría sus puertas a una mujer como titular. Carmen ocupó el sillón de la letra K, tomando el relevo de Miguel Mihura.
En su discurso de ingreso, Carmen expresó: “No me voy a quedar yo aquí de maestra. Mi ingreso en la Academia lo considero una victoria para todas las mujeres, para todas las escritoras”. Un poco más adelante añadió: “vuestra noble decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria".
Así, con valentía y determinación, quiso remover conciencias de aquellos que habían negado su entrada a otras grandes escritoras como Gertrudis Gómez de Avellaneda, Blanca de los Ríos o María Moliner.
Pero el compromiso con la educación y la cultura de Carmen Conde trascendió a las letras; ella fue una de las fundadoras de la primera Universidad Popular en Cartagena junto con su marido, el poeta Antonio Oliver Bemás, además, de una voz incansable en la lucha por la igualdad y la justicia.
Por todo ello, es más que merecido que hagamos de nuevo este reconocimiento a Carmen Conde, una figura imprescindible en la historia literaria de España, a menudo olvidada. Con su legado quiso mostrar al mundo que las palabras no tienen género ni límites.
A través de sus versos, la escritora nos transporta a un mundo de sensaciones, emociones y reflexiones que trascienden el tiempo y nos invitan a mirar más allá de las apariencias, a explorar la profundidad de la existencia y a encontrar belleza en lo cotidiano. Como ejemplo de ello compartimos a continuación parte de un poema incluido en su obra “Brocal”:
“Yo no te pregunto adónde me llevas.
Ni por qué.
Ni para qué.
¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo.
Llevo luceros, luceros, en la mano derecha. Y llevo estrellas,
estrellas, en la mano izquierda.
Dime, hombre de todas las noches de luna, ¿qué mano va a
besarme?
¿Por qué me has quitado tus manos, tanto y tan bien como
acariciaban mi frente?
Para que me quisieras otra vez, te regalaría un collar de
islas, un sistema nervioso de horizontes.
¡Me abriría, para ti, todas las mañanas en tus labios! (…)”