La sabiduría

abril 3, 2024

Parte I: DEFINICIÓN

En el imaginario humano a lo largo de los siglos, épocas y civilizaciones una persona sabia era y es, aquella que no solo atesora conocimiento bien sea teórico o práctico, sino aquella que es capaz de actuar conforme a lo correcto en el momento adecuado; la que se aleja de la vanagloria y actúa desde la humildad; la que es capaz de poner paz en el conflicto; la que tiene la suficiente templanza para controlar sus pasiones, la que no acumula egoístamente, la que huye de la hipocresía y sabe ver el interior del otro más allá de su origen o apariencia.

En el capítulo 8 de los Proverbios, libro que forma parte del Antiguo Testamento, y por lo tanto de las religiones cristiana y judía, se explica que la Sabiduría es la cualidad con la que Dios construyó el mundo. En el Árbol de la Vida de la Kabbalah o mística judía, la fuerza creadora comienza con Jochma, la Sabiduría, que junto con la fuerza (Gevurah) y la belleza (Tiferet) encuentran el equilibrio entre las fuerzas del rigor y la compasión para alcanzar la perfección.

Siguiendo a Sócrates, amamos la sabiduría y creemos que no se trata de algo que se posee o no, sino que constituye una búsqueda permanente en la que estamos comprometidas como masonas. Por eso ponemos la sabiduría en el centro y en el principio, puesto que ésta, iluminada por la luz de la razón y de la imaginación, amplía y alimenta nuestra fraternidad y nos convierte en eternas amantes y buscadoras incansables. La sabiduría representa la luz que guía nuestra obra de perfeccionamiento basada en el estudio, la reflexión y la práctica de las virtudes.

La sabiduría es la cualidad y actitud a la que aspiramos. Algunos elementos que ayudan a forjar a la persona sabia son la escucha, la reflexión, el silencio, la paciencia y la duda. Alcanzar el conocimiento es un claro objetivo masónico, pero ello no quiere decir acumular información y saberes teóricos sin más, sino que, por el contrario, implica saber aplicar la razón, partiendo de los sentidos, de nuestros estudios y de lo que nos transmiten otras personas, para salir de nuestra subjetividad, ordenar y relacionar informaciones dispersas, ver los orígenes y las consecuencias de lo que sucede y desarrollar nuestro sentido crítico.

La inteligencia y la sabiduría son diferentes puesto que la primera, la inteligencia, se adapta al medio y resuelve problemas procesando, almacenando y reproduciendo información, mientras que, la segunda, la sabiduría, es el arte de actuar, de vivir, pues tiene un significado práctico y moral.

Ahora bien, no necesariamente la persona que mucho conoce es sabia. La sabiduría se asienta en el estudio, en las experiencias que se viven y en el uso inteligente de ambos elementos.  Además, conlleva una dimensión ética consustancial. La persona sabia distingue entre el bien y el mal y, consecuentemente, elige las buenas decisiones y las acciones adecuadas.

La búsqueda de la sabiduría lleva a vivir y a elegir con equilibrio, prudencia, discreción, reflexión y amor. Es una búsqueda permanente que necesita de la bondad para evitar el dolor, huir de la desesperanza y superar la mezquindad del mundo. Así pues, la persona sabia alcanzará una vida serena donde las pasiones no la dominan, sabrá no caer en la arrogancia de creerse dueña de la verdad e irá conquistando cotas cada vez más amplias de libertad.  

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