“La libertad se aprende ejerciéndola”, Clara Campoamor.

septiembre 29, 2022

PARTE I: LIBERTAD, IGUALDAD Y MORAL

Esta frase tan conocida de Clara Campoamor fue probablemente decisiva para conseguir el derecho de voto de las mujeres en 1931 en España. Aunque ella no se definiera como tal, pertenece al Feminismo que en su época se arraiga en los movimientos obreros y sufragistas.

Puesto que nuestra divisa es Libertad, Igualdad, Fraternidad, conceptos que proceden de la Revolución Francesa, recordaremos a otra mujer política y precursora: Olympe de Gouges, conocida por su Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana de 1791 y que declaró: “si la mujer tiene derecho a subir al cadalso, también debe tener el derecho a subirse a la Tribuna”.

La frase de Clara Campoamor es absolutamente cierta, incluso suena como una evidencia… ¿Cómo aprendemos a caminar? ¿No es acaso con gran valentía que tambaleantes soltamos las manos de los apoyos para emprender esos primeros pasos, conquistando así la verticalidad, aunque sea por breves instantes?, porque indefectiblemente volveremos a caer, para levantarnos una y otra vez. Es así como conquistamos la libertad… Sin embargo esta evidencia se cuestiona cuando se trata de dar un derecho a quien no goza de él, las mujeres por ejemplo…

El diccionario de la RAE dice que la libertad es “la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. O dicho de otra manera, la libertad es la capacidad y la condición del ser humano para elegir, así como la conciencia de las consecuencias de cada decisión. Además la plasticidad para enmendar nuestras decisiones pertenece también al ámbito de la libertad.

Profundizando en lo que dice Clara Campoamor, entendemos que quiere resaltar que la libertad no es un don de los dioses, la libertad no es innata sino que se aprende a ser libre. Y para llegar a ello hay que movilizar no solo un saber teórico sino fundamentalmente un saber práctico, una acción acompañada de un saber hacer que se consolida en la medida en que se ejerce.

Si nuestras acciones y comportamientos están dominados por los instintos y pasiones, por las necesidades biológicas exclusivamente, no podemos hablar de comportamientos libres. Por eso, la libertad y la moral están tan íntimamente unidas que no tiene sentido hablar de seres morales si no son libres de tomar sus propias decisiones.

A veces se malinterpreta el ejercicio de la libertad pensando que permite eximirse de algunas obligaciones o deberes y en ese sentido el exceso de libertades conlleva a efectos negativos cuando por ejemplo no se respetan ciertos límites con la excusa de tener derecho a ello.

La posibilidad de elegir si hacemos algo o no, además de libres, nos hace responsables de nuestros actos. De hecho, subordinamos lo individual para que la vida social sea más justa y los seres humanos tengamos una vida más digna. Es allí donde se cruzan  el concepto de Libertad con el de la Igualdad: Clara Campoamor pedía igualdad en el derecho de voto entre mujeres y hombres. Para lograr la libertad de todas las personas, la sociedad necesita imponer medidas de igualdad, por ejemplo la paridad.

Muchas veces asociamos la libertad con ilusiones y fantasmas diversos como la espontaneidad, la independencia extrema o en términos más coloquiales con “hacer lo que me apetezca en cada momento sin más porque yo estoy por encima de todo”. Este infantilismo e inmadurez es propio de un individualismo creciente en el que reina la preponderancia del yo sobre el nosotros.

Desde el punto de vista individual es importante que seamos conscientes de lo que representan estas esclavitudes y que podamos ser ejemplo de lo que dicta la Declaración de Principios de nuestra Obediencia, en la que la Libertad tiene un lugar central.

Tal y como dijo Ortega, el guión de nuestras vidas no está escrito cuando nacemos y cada día en nuestro quehacer cotidiano vamos escribiendo este guión, siempre y cuando vivamos de forma consciente, moralmente comprometidas y dispuestas a contribuir y aportar. Esta manera de vivir forma parte de nuestra identidad masónica.

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