PARTE II AMISTAD PITAGÓRICA Y FRATERNIDAD MASÓNICA
Para las Masonas el concepto de amistad se acerca en algunos aspectos al de los pitagóricos. Nosotras compartimos con los pitagóricos la idea de fraternidad universal basada en la igualdad, la tolerancia, la libertad y la justicia como elementos imprescindibles en los que se ha de asentar toda amistad. Esa fraternidad debe empezar por nosotras mismas, entre nuestro yo interior (dominando nuestras pasiones y siguiendo la luz de la razón) y el lugar que como individuo ese ‘Yo’ ocupa en el mundo, para luego extenderse hacia el otro y a todo lo que nos rodea, pues en el momento actual de crisis medioambiental, nos vemos impelidas también al cuidado de todos los seres y elementos que constituyen nuestro mundo.
Probablemente lo más interesante de este modo de concebir la amistad es que ésta no se sustenta sobre el afecto ni sobre las experiencias personales, sino que se construye a partir de una convicción más racional que remite a la universalidad de la condición humana.
También compartimos con los pitagóricos la idea de fraternidad entre los miembros que formamos parte de la Masonería, socorriendo en caso de necesidad a aquel que lo precise y siendo acogidas y acogiendo a cualquier hermana o hermano que lo solicite, estableciendo unos lazos que van más allá de fronteras, ideologías y barreras de cualquier tipo.
Los principios universales de fraternidad, igualdad y libertad no pueden perder ese carácter de universalidad, pues son una buena parte de los cimientos sobre los que se asienta nuestra construcción. Asimismo, cada una de nosotras tenemos el mismo valor, somos iguales, independientemente de las capacidades y potencialidades individuales. Todas aportamos lo mejor que tenemos al conjunto, complementándonos las unas a las otras, al mismo tiempo que cada una sigue creciendo según transita por su propio camino, lo que a su vez revierte en el grupo.
Aplicar los preceptos de amistad de acuerdo con la vida pitagórica, en nuestra sociedad, se ha vuelto complejo. Vivimos una crisis de confianza, de credibilidad en las autoridades políticas, de ética empresarial y de crisis climática por las malas prácticas a nivel planetario.
Pitágoras menciona el valor de la amistad también en la relación con nuestro cuerpo físico. Estar en amistad con uno mismo significa que alma y cuerpo se relacionan amorosamente. Cuando se da esa desconexión detona la cadena de inconformismos y vacíos internos que muchos padecen o se evidencian en el aumento de enfermedades de salud mental y, por eso, aunque tengamos el paraíso en frente de nuestros ojos, no lo sabemos apreciar.
La amistad debe ser sustentada mediante el conocimiento, la solidaridad, la tolerancia, con una comunión recta de unas normas preestablecidas que marquen límites para el respeto y la lealtad.
Al iniciarnos en Masonería tenemos la oportunidad de practicar la amistad como hermandad entre nosotras y generar y agradecer esa energía que construimos cuando nos reunimos. El gran desafío es practicar esa amistad o fraternidad con todos los seres humanos.
La amistad es fácil de entender cuando existe afinidad entre las partes, pero mucho más compleja de asimilar cuando se solicita o se quiere establecer entre dos mundos que no encajan o que nunca se han puesto en relación. Ahí está el esfuerzo en unir lo que discrepa, en pegar lo irreconciliable, a través de la aplicación de la libre voluntad y del esfuerzo racional. Puede generarse amistad entre personas honradas que viven en puntos remotos si en sus corazones se ancla la sabiduría de saber que vas al encuentro de un igual.
Lo mismo ocurre entre las Masonas, nos reconocemos y nos ayudamos sin importar la procedencia, la raza, el color de la piel o el idioma que hablemos. En este sentido, la amistad y la sororidad permanecen y nuestros principios nos unen con lazos indisolubles.