PARTE I LA CONCEPCIÓN PITAGÓRICA
La obra “Vida Pitagórica” de Jámblico, filósofo griego neoplatónico de cuya vida (aprox. siglo III d.C.) poco se sabe, se divide en treinta y seis capítulos y el treinta y tres lo dedica a la amistad: describe su dimensión para Pitágoras, cómo la hizo extensiva a todos, cuántas clases de ella estableció y qué labores acordes con sus ocupaciones realizaron los pitagóricos.
La palabra “amistad“ proviene del latín amicĭtas, y esta a su vez viene de amīcus, ”amigo” que deriva del verbo amāre, que significa ‘amar’.
La idea de amistad que tenemos hoy formaba parte del contenido del término “Philia” en la Grecia Clásica. En ese momento englobaba además otros conceptos como el amor fraterno y la intención de promover el bien común cuando se trabaja en cooperación con otros. La amistad en este contexto une lo privado y lo público, porque entre los amigos todo es común, al igual que la justicia debe compartirse entre los ciudadanos.
Toda amistad es algo particular, pero con la “philia” se amplía el contenido del término hacia la creación de la comunidad. La polis se construye con los lazos de la “philia”. La amistad entre unos pocos en la vida privada se proyecta hacia la relación social, pues entre los seres humanos es el fundamento de la vida pública democrática.
Asimismo, la amistad era vista como una virtud, por lo que requería voluntad, esfuerzo y constancia de todas las partes. También llevaba a que uno mismo se armonizara con su interior y se volviera amigo de sí mismo, superando los impedimentos que pudieran surgir a consecuencia de las pasiones y deseos egoístas.
Frente a este concepto tradicional griego, Pitágoras nos habla de una “philia” universal y con múltiples niveles que afectan a lo privado, lo público y lo divino, de todos para con todos: de los dioses para con los hombres a través de la piedad; del alma con el cuerpo; de lo racional con lo irracional a través de la filosofía; de los ciudadanos entre sí por medio de una legislación bienhechora; de personas de distintos pueblos a través de una recta fisiología; del esposo con la esposa y con todos los parientes por medio de una concordia justa; entre nosotros, seres racionales, con algunos seres irracionales a través de la justicia y la solidaridad, no maltratando a los animales y evitando su ingesta, ya que para Pitágoras estaban dotados de un alma racional; de cada uno de nosotros con nuestro propio cuerpo cultivando la salud a través de un régimen de vida caracterizado por la templanza. Se trata de conectarnos unos con otros y con lo que nos rodea en la búsqueda de una especie de armonía cósmica.
Otros elementos que se recogen para la construcción de dicha armonía y concordia es el respeto a los que nos preceden, la igualdad con nuestros coetáneos, la atención a los jóvenes con la práctica de la “pedartáseis”, es decir, la corrección y formación por parte de los mayores con buenas palabras y sin reprimendas ni castigos.
Para mantener la concordia se exhorta a rehuir de las disputas y conflictos. La cólera debe ser aplacada pues no salvaguarda la amistad. Por tanto, evitar roces, ceder cada uno en sus posturas y dominar las pasiones son garantes de la amistad, junto con restricciones y normas bien definidas, asentadas en el respeto, la conciencia y una actitud recta.
Por tanto, en la “Vida Pitagórica” y también en el “Protréptico”, Jámblico, muy influido por Platón, nos señala que el hombre sensato se dirige al bien, lo que le hace afortunado y feliz, mientras el malvado es desdichado. El ser humano feliz practica la templanza y la justicia, evitando el desenfreno y sujetando sus pasiones. Pues el malvado, el que vive sujeto a sus deseos desenfrenados que buscan satisfacer sus iniquidades, no puede ser grato a otro hombre ni a la divinidad, pues es incapaz de vivir en sociedad. Con quien no se puede mantener una relación no es posible la amistad. Era importante preservar la amistad provocando las menos heridas posibles, sustituir la cólera por buenas palabras, la amabilidad y la comprensión, fundamentales para hacer sentir bien al amigo.
Un elemento a destacar entre los pitagóricos es que en una época en la que la mujer no tenía acceso a la educación ni a la vida política, las mujeres formaron parte de la escuela pitagórica en igualdad con los hombres, pues la valía personal se anteponía al sexo. Por tanto, la amistad y la fraternidad de esta hermandad pitagórica se levantaba sobre la base de la igualdad entre hombre y mujer. Fueron muchas las filósofas pitagóricas y las fuentes antiguas así lo señalan. Sólo en su obra “Vida Pitagórica” Jámblico recoge los nombres de diecisiete mujeres. De hecho, a la muerte de Pitágoras, le sucedió su esposa Teano, asumiendo el liderazgo de la escuela de Crotona junto con sus hijas, sembrando así lo que sería la semilla de la Academia de Platón.