PARTE 2
Del núcleo principal de Krausistas nació, en 1876, la Institución Libre de Enseñanza (ILE) como reacción a las diversas tentativas del primer gobierno de la Restauración de suprimir la libertad de enseñanza y de investigación en la universidad española. En principio estaba formada por profesores universitarios desilusionados de su actividad en la universidad estatal, que establecen como pilares pedagógicos de esta institución la igualdad de hombres y mujeres, el racionalismo, la libertad de cátedra y de investigación, la libertad de textos y la supresión del criterio memorístico para la evaluación de conocimientos. Se trataba de un modelo de escuela activa, no dogmática, que posteriormente adquirió gran prestigio nacional e internacional.
Su primer director fue Francisco Giner de los Ríos, que adaptó los postulados de Krause y de su maestro Julián Sanz del Río a una educación universitaria más humanista. La Institución fue creada como un instituto privado, libre y laico. Sus fundadores consideraban que la cultura y la educación debían constituir un elemento regenerador del país y se mostraban partidarios de la enseñanza pública, gratuita, obligatoria en todos los niveles primarios y, sobre todo, coeducativa, ya que pensaban que era el único modo de garantizar el acceso igualitario de las mujeres a la enseñanza.
Otros objetivos de la ILE que podemos destacar son la importancia de instruir, pero también de educar, el carácter mediante la educación moral, por lo que es decisiva la personalidad del maestro. La meta es la formación total de la persona, cultivando el desarrollo simultáneo de cuerpo y espíritu, por lo que introducen el deporte como un elemento más en la formación de las alumnas y alumnos, así como la formación artística. Defienden el papel de la intuición en la pedagogía: se trata no tanto de enseñar las cosas como de enseñar a hacerlas, para que el estudiante se involucre de forma activa. Aparece el concepto de evaluación continua, evitando el examen. Es una educación que tiene en el respeto por cualquier persona un principio fundamental. Se trata de formar seres humanos capaces de concebir un ideal y de gobernar su propia vida, por lo que una profunda formación en humanidades adquiere gran importancia. Se potencia el trabajo personal y creador y el procedimiento socrático. Ante el libro de texto se prefiere una educación práctica formada por viajes y excursiones. La labor del maestro es la de despertar y mantener el interés del niño excitando sus pensamientos, planteándole cuestiones y ampliando sus puntos de vista, valorando su esfuerzo y el trabajo personal. La educación se concibe no como un periodo determinado de la vida sino como algo que abarca la vida entera.
En este centro cristalizaron así los ideales modernizadores de los Krausistas, que intentaron la renovación de España, no desde la intervención política, sino desde la renovación educativa, en primer lugar, universitaria y, posteriormente, a través de la enseñanza secundaria y primaria. Se trataba de un estilo de vida, que, a través de la pedagogía, intentaba crear una educación armónica, en la que la preparación científica fuera acompañada de una especial sensibilidad hacia las bellezas naturales y artísticas de la vida, al mismo tiempo que de un austero sentido moral de la existencia humana. Fue sobre todo una aventura intelectual para quienes creían en la perfectibilidad del ser humano y del proceso social.
Desde su fundación hasta la Guerra Civil en 1936, la ILE se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y en la puerta por la que pudieron entrar en España las ideas pedagógicas y científicas más avanzadas que estaban floreciendo fuera de nuestras fronteras. Asimismo, por influencia de la Institución, se emprendieron grandes reformas en los campos jurídico, educativo y social, creándose organismos como el Museo Pedagógico, la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, de la que dependía el Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales o la Residencia de Estudiantes.
En torno a la Junta y al Museo surgieron iniciativas pioneras como las pensiones para ampliar estudios en el extranjero, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de Verano o las Misiones Pedagógicas.
Entre las personalidades que, de una forma u otra, estuvieron vinculadas a este centro destacan Manuel Azaña, Julián Besteiro, José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Luis Buñuel, Miguel de Unamuno o Bartolomé Cossío, sucesor este último de Giner de los Ríos en la dirección de la Institución.
Con la Guerra Civil desaparecieron la ILE y la Junta de Ampliación con todos los organismos que de ellas dependían, teniendo que huir del país las mujeres y los hombres que estuvieron vinculados a estas instituciones. Una vez recuperada la democracia, la Fundación Francisco Giner de los Ríos, creada en 1916 tras la muerte de Giner con el objeto de continuar con la labor de éste y de velar por el patrimonio de la Institución, recuperó sus bienes. Desde entonces se ha dedicado a la reconstrucción de su biblioteca y su fondo documental y se ha implicado en diversas iniciativas con el fin de involucrarse en la modernización del sistema educativo español.
Según María Inmaculada Rius Dalmau: “Se puede afirmar que la ILE llegó a ser una comunidad que sobrepasó los ámbitos pedagógicos y se alzó como símbolo de su tiempo, convertida hoy en una de las referencias claves de la cultura española”.