En la segunda mitad del siglo XIX, la Segunda ola del feminismo estaba influyendo progresivamente en el pensamiento de más mujeres. El sufragismo iba tomando forma en Estados Unidos y en algunos países europeos la mujer empezaba a asistir a las Universidades.
En este ambiente, Dolors Aleu fue una de las tres primeras mujeres en cursar la carrera de Medicina en España (María Elena Maseras y Martina Castells fueron las otras dos) y la primera en ejercer esta profesión, especializándose en Ginecología y Pediatría.
Nacida en una familia burguesa de Barcelona, su posición social le permitió cursar sus estudios universitarios. Para ello se requerían en aquella época permisos especiales que su padre, político que desempeñó cargos importantes como el de Teniente de Alcalde de Barcelona, Jefe de la Policía Municipal o Gobernador General de Cataluña, pudo conseguir. Asimismo, su posición acomodada le permitió pagar dos escoltas que acompañaban a Dolors cuando acudía a clase, como medida de protección, aunque no se libró de recibir alguna que otra pedrada.
En su consulta, que permaneció abierta durante 25 años, atendía a mujeres burguesas que llevaban años padeciendo trastornos ginecológicos y que no se atrevían a acudir a médicos masculinos por vergüenza. Pero también trataba a prostitutas, madres solteras, mujeres pobres y niños huérfanos.
Colaboró como profesora de higiene doméstica en la Academia para la Ilustración de la Mujer, fundada por Clotilde Cerdá y Bosch, mujer masona más conocida por el nombre artístico de Esmeralda Cervantes, junto a otras mujeres como la poetisa Josepa Massanés o la periodista y novelista Antonia Opisso.
Escribió textos divulgativos orientados a mejorar la calidad de vida de las mujeres y los niños como “Consejos de una madre sobre el régimen, limpieza, vestidos, sueño, ejercicios y entretenimiento de los niños” o “Consejos de una madre a sus hijos”, donde trata, entre otras cosas, de los peligros de las enfermedades de transmisión sexual, siendo una de las primeras personas en alertar sobre este tipo de patologías.
Con este objetivo de mejorar la vida de las mujeres escribe su tesis doctoral, publicada en 1883 titulada “De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer”.
Aparece precedida por una carta que la autora dirige a D. Juan Giné, profesor de Dolors de Clínica Quirúrgica, a quien dedicará esta tesis, en la que le agradece el apoyo que le brindó para finalizar sus estudios. De esta forma pone de manifiesto las grandes dificultades que le supuso su afán de estudiar, pues señala: “he sentido muchas veces vacilar mis fuerzas y flaquear mi ánimo ante el cúmulo de obstáculos y los poderosos contratiempos que se oponían a mi paso (…) he encontrado quien se complacía en herir mi susceptibilidad de mujer o en mortificar mi dignidad de alumno, para que en un momento se malograse quizás el fruto de largos años de estudios y afanes…”
Con su tesis doctoral Dolors Aleu busca demostrar la aptitud de la mujer para cursar estudios profesionales que le proporcionen un medio de vida digno y le sirvan para desarrollar su intelecto, rechazando así la oposición existente a la instrucción femenina, considerada como un peligro para la sociedad.
Por esta falta de instrucción la mujer obrera debe trabajar todo el día por un escaso jornal en fábricas y talleres, “puntos que, además de ser sumamente insanos y peligrosos, son verdaderos focos de prostitución (…) En muchos de esos lugares, desde el dueño al último mayordomo, se creen con derecho a empañar la honra de las infelices trabajadoras, que es su único bien…”.
Por otro lado, la mujer campesina realiza los mismos duros trabajos que el hombre y además debe criar a los hijos y encargarse de las tareas domésticas.
Frente a ellas, a las mujeres acomodadas se las condena a la inactividad, pues disponen de criadas, amas, cocineras, camareras…, pero también se les niega una buena formación con el pretexto de que su único interés debe ser ocuparse de su marido y sus hijos.
Así pues la sociedad ha dividido a las mujeres en dos categorías: “unas, por exceso de trabajo, pierden su salud, siendo causa del raquitismo de sus hijos; otras, por exceso de descanso, se crían endebles (…) lo que sucede en la mayor parte de las mujeres de la clase media y en casi todas las clases ricas”.
Señala Dolors en su tesis que las diferencias entre hombres y mujeres no existen en la niñez, sino cuando la instrucción del varón y la falta de ella en la mujer modifican sus aptitudes. “…póngase al niño y a la niña en las mismas condiciones, tanto de instrucción como de educación, tanto del medio como de los alimentos, tanto de los hábitos como de las preocupaciones sociales, y creo nos encontraremos con mujeres que saldrán buenas y otras que serán inútiles; lo mismo que pasa con los hombres.”(…) “generalizad la instrucción y generalizareis las buenas costumbres: nunca consentiría la mujer en ser tan degradada, si fuese más instruida”.
Por tanto, se debe procurar que los colegios para señoritas estén al mismo nivel que el de los varones. Asimismo, deberían existir colegios gratuitos para que las niñas con pocos recursos también puedan formarse. Dicha formación debe enfocarse, no sólo hacia las materias del conocimiento, sino también hacia los preceptos higiénicos, lo que le permitiría a la mujer conocer su cuerpo y rechazar los abusos que contra él se cometen, como por ejemplo el uso del corsé, que produce todo tipo de lesiones en la mujer simplemente por motivos estéticos.
Con motivo de la muerte de uno de sus hijos, Dolors abandonó el ejercicio de la medicina, falleciendo al poco tiempo en 1913. Tres años antes, el rey Alfonso XIII reconoció oficialmente el derecho de las mujeres a asistir a la Universidad, tres décadas después de que Dolors Aleu superase las barreras que intentaron frenar su deseo de formarse como médico y ejercer su profesión.
En el año 2020, la actriz Núria Cuyás con la compañía teatral El Maldá ha recuperado la vida de su tatarabuela Dolors con la obra “Barbes de balena”, cuyo título hace referencia a las barbas de ballena con las que se fabricaban los corsés, para reflejar la difícil condición femenina a finales del siglo XIX.
Para las interesadas o interesados en leer su tesis completa, se puede acceder a la misma en el enlace siguiente: