Partimos del planteamiento que esta problemática se presenta meramente a nivel del lugar donde vivimos, el Estado español, dando por sentado no solo que las desigualdades entre hombres y mujeres existen sino que también están creciendo. Podemos pensar que ese aumento se debe a estos años de crisis económica que aún padecemos y cuyas consecuencias serán profundas y alargadas, también podemos pensar que las mujeres, como ciudadanas con iguales derechos sobre el papel, no podemos gozar de ellos de la misma manera que los hombres por múltiples razones que expondremos a continuación y porque esta crisis, sin duda, ha debilitado más si cabe a los que más vulnerables eran y siguen siendo.
Las medidas de austeridad introducidas en respuesta a la crisis económica han tenido un impacto grave y desproporcionado en las mujeres, lo dice el comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Este informe presentado con fecha el 17 de Junio pasado analiza la situación de las mujeres en España en diferentes ámbitos y entre sus indicaciones reprocha al Gobierno español que las políticas de austeridad “han relegado a muchas mujeres a los tradicionales roles de subordinación y han empeorado su situación en la vida económica, social y política”. El Estado español oculta este informe a la generalidad de la población haciendo aflorar comunicados como “La crisis ha afectado más a los hombres que a las mujeres”.
El descenso de las ayudas en políticas sociales junto con los recortes en servicios públicos esenciales como la sanidad, educación, dependencia y servicios sociales se han traducido en más desempleo femenino y mayor precariedad laboral.
Esto provoca que la mujer permanezca en casa como responsable del cuidado de los hijos y de las personas dependientes porque su sueldo es insuficiente para mantener la economía del hogar y porque los servicios y ayudas sociales han disminuido, y aunque el varón también esté en desempleo así ocurre. Al final la mujer acaba anteponiendo irremediablemente su vida familiar a su desarrollo profesional.
Hace 15 años solamente tocábamos con la punta de los dedos el cielo que queríamos alcanzar para empezar a derribar “los techos de cristal”, y en este aspecto no se ha evolucionado nada sino que hemos ido para atrás. Vemos con orgullo las acciones positivas de las Corporaciones de Mujeres Científicas, de Música, Juristas, etc... en su empeño de divulgación del reconocimiento social de mujeres que hicieron historia y nadie se lo reconoció.
Desde entonces también se habla de la famosa “transversalidad”, que, bien es cierto es un progreso en la acción positiva de la desigualdad, a través de la Ley de Igualdad o de otras leyes, pero contribuye solo institucionalmente a respetar las reglas del juego; a fuera, donde la vida cotidiana es la lucha por la subsistencia familiar es de difícil aplicación.
Creemos que hay que ver el problema de la desigualdad cómo algo mucho más preocupante que una guerra de género porque todo por lo que se ha luchado desde el fin de la primera guerra mundial con la aparición generalizada de la clase media, que es la que ha hecho surgir y reclamar los derechos y libertades en el llamado primer mundo, corre peligro de extinción ante el resurgimiento de las clases poderosas que son cada vez más ricas e influyentes.
Algunos datos demuestran que la desigualdad económica es inherente a la mayoría de las mujeres: menor salario, más desempleo, menor acceso a puestos importantes y trabajo doméstico no remunerado. Esta situación existía antes de la crisis económica de 2008 pero se ha acentuado desde entonces:
- la tasa de pobreza de las mujeres se ha mantenido invariablemente entre 1 y 2 puntos por encima de la masculina en los últimos 20 años. Ha pasado del 21,1 al 22,7 desde 2004 a 2011, aunque a partir de ahí la de los hombres aumentó con tendencia a igualarse con la femenina.
- al analizar la tasa de pobreza por edad: las mujeres mayores de 65 años han reducido su tasa desde el 2003, no así las de entre 45 y 60 años y peor aún las de entre 16 y 30 años.
3.- Los hogares con miembros jubilados , cuyas rentas permanecen relativamente ajenas a la crisis ,han experimentado mejorías relativas , por lo que al haber muchas mujeres mayores de 64 años que viven en hogares unipersonales , se hace poco visible el empeoramiento del riesgo de pobreza del resto de las mujeres que conviven en una pareja con hijos o en familias monoparentales.
- En el grupo de 16 a 30 años no existe brecha de género. Tanto hombres como mujeres tienen cada vez mayor probabilidad de pertenecer a este grupo de pobreza extrema, con gran vulnerabilidad.
- La brecha salarial anual entre hombres y mujeres se ha agravado, según los datos de 2013 hechos públicos las mujeres ganan menos del 19,3 % que los hombres, como consecuencia de la crisis, las políticas de recortes y los cambios legislativos introducidos por la regresiva reforma laboral del PP. El salario medio anual de las mujeres tiene que incrementarse en un 32% para equipararse al de los hombres. Esto quiere decir que una mujer debería trabajar al año 80 días más para que su salario se igualase al de un hombre. Según la Comisión Europea, se tardará más de 70 años en eliminar la brecha salarial en toda Europa que en promedio en 2014 se sitúa en el 16% menos por hora que los hombres.
La brecha salarial es el resultado de una peor inserción de la mujer en el mercado laboral, es decir, la desigualdad laboral se traduce en desigualdad salarial. La menor renta salarial conlleva a su vez una menor protección social de las mujeres que se refleja en una menor prestación de desempleo y una menor pensión, ya que al cotizar menos también cobrarán menos por estas contingencias, contribuyendo así a una feminización de la pobreza.
- Menor tasa de actividad, mayor tasa de desempleo, mayor tasa de temporalidad y la feminización del trabajo a tiempo parcial (76% de los contratos a tiempo parcial corresponden a mujeres) junto con una elevada segregación ocupacional y sectorial son los factores que “a priori” se encuentran detrás de la brecha salarial.
Los derechos de conciliación van dirigidos por igual a mujeres y hombres, y los garantizan la legislación y la negociación colectiva, no hay que olvidarlo, no lo sufragan las empresas. Acceder a estas medidas como reducción de jornada o excedencias tiene un coste presente y futuro para las personas trabajadoras, en este caso, las madres trabajadoras, quienes perciben una menor renta salarial cuando los ejercen, ya que la reducción de jornada para atender las necesidades familiares conllevan una reducción salarial proporcional a la reducción de jornada practicada, o directamente una pérdida de ingresos cuando acceden a las excedencias. Pérdidas salariales y también la nula progresión profesional de estas mujeres, aunque sus capacidades y aspiraciones sean mayores y aunque tengan menos absentismo laboral que sus compañeros varones.
Las organizaciones sindicales siempre han revindicado que estos derechos lo sean para el conjunto de personas trabajadoras, es decir, no sean dirigidas exclusivamente a las mujeres sino que se extiendan a los hombres, como corresponde a una sociedad en igualdad de derechos y para fomentar que un mayor número de hombres los ejerzan en aras de la corresponsabilidad en las tareas de atención y cuidado de las familias, con el fin de equilibrar las responsabilidades familiares y eliminar la discriminación de las mujeres en las empresas.
Por otro lado, las desigualdades también se inscriben en el campo de la salud. La OMS define el género refiriéndose a “las funciones, comportamientos, actividades y atributos socialmente establecidos, que una sociedad considera adecuados para hombres y mujeres” pero el UNFPA (Fondo para la población de las Naciones Unidas) define la igualdad de género como el aprovechamiento equitativo, para las mujeres y los hombres, de los bienes oportunidades, recursos y recompensas valorados socialmente. La igualdad de género no quiere decir que los niños, las niñas, los hombres y las mujeres vayan a ser lo mismo; únicamente que el acceso a las oportunidades no depende del sexo ni está limitado por él. Esta desigualdad menoscaba su capacidad de lograr su pleno potencial dentro de la sociedad y afecta a la calidad de vida y el bienestar de las personas.
La salud y el bienestar de niñas y mujeres corren peligro debido a que la sociedad a través de la ley, la religión o las normas apoya o hace caso omiso de comportamientos específicos que dictan el papel de la mujer como un ser inferior que ha de funcionar dentro de unos códigos de conducta específicos. También en este aspecto se constatan que la disminución de ayudas y servicios debido a los recortes menoscaban la libertad de la mujer para controlar y cuidar su salud, se han eliminado mayormente aportaciones que sostenían asistencias socio sanitarias específicamente femeninas. La salud de la mujer va más allá que la función reproductora esencial y ha de incluir otras necesidades específicas desde el momento que hay diferencias biológicas conocidas que afectan a los factores de riesgo y al curso de las enfermedades y, aceptando estas diferencias, abordarlas en base a la evidencia científica mediante programas de cuidados de salud.
La violencia machista sigue siendo una plaga en nuestra sociedad, este año está siendo particularmente doloroso y dramático con un aumento de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas brutal. A pesar de que la ley contra la violencia de género (cuyo nombre es todavía puesto a debate pero este sería objeto de otro trabajo) ha supuesto un gran avance en este país con una mayor penalización de los crimínales, órdenes de alejamiento más severas y sobre todo una importante visualización de esta desigualdad que ya no se considera como un fenómeno doméstico que es tabú y ha de quedarse en el ámbito íntimo y familiar, los asesinatos continúan y continúan. El actual gobierno también ha recortado muchos servicios y prestaciones que rodean a la ley con la consiguiente mayor desprotección de las víctimas o potenciales víctimas. Por otra parte, es aún complicado cambiar las mentalidades y los medios de comunicación no ayudan en cambiar su vocabulario cuando titulan "muere a manos de su marido" o cosas peores que hemos podido leer, a un asesinato hay que llamarlo asesinato...
Nuestras conclusiones:
La austeridad unida a la cultura del machismo y la influencia social de instituciones patriarcales conduce a concluir que los avances en igualdad de género alcanzados en los últimos años están en riesgo de retroceso. Los cuidados y tareas del hogar siguen siendo un asunto de mujeres en España como acusa la ONU. Esta carga contribuye a una barrera estructural grave para lograr la igualdad de oportunidades en el empleo. Pero también queremos recalcar que la desigualdad se introduce no sólo por un problema de género también de clase y seguramente también de raza porque seguro que esa desigualdad es aún mayor si eres mujer, de raza negra y religión musulmana aunque hayas nacido en Madrid.
A pesar de los avances logrados en cuanto a la incorporación de la mujer en los distintos espacios económicos, laborales, públicos y sociales durante los últimos 25 años en España, las desigualdades persisten y si queremos conseguir una sociedad más democrática, justa e igualitaria debemos potenciar la educación y empleo igualitarios y romper los estereotipos de género. La única forma pacífica de terminar con la desigualdad es una auténtica educación en igualdad para todos pero, ¿quién va a proclamar esa ley educativa y la va a dotar de los suficientes fondos cómo para que llegue a todos y además que dure el suficiente tiempo, es decir al menos una generación, 25 años, para que sea efectiva y se vean verdaderos resultados de tratamiento igualitario entre los ciudadanos, para que no veamos, hombres blancos, negros o morenos heterosexuales o no o mujeres blancas, negras, morenas heterosexuales o no sino simplemente SERES HUMANOS IGUALES en derechos y libertades? ¿Qué ministro de educación va a hacer esto y que gobiernos sucesivos lo respetarán cuando lo que quieren las GRANDES CORPORACIONES es tener consumidores sumisos que no cuestionen ni piensen?
Creemos que lo que está en juego hoy es algo más que una lucha de género, y no nos debemos dividir sino luchar juntos, aunque valedoras de nuestra femenidad, todos aquellos que pensamos que la IGUALDAD es un derecho de todos, que nadie es más ni menos, sea como sea, o sea o quien sea.
Estamos obligadas a cruzar cualquier umbral para igualar los mundos que fueron divididos según el género y solamente lo haremos a través de la Sororidad para llevar nuestro ejemplo en la vida profana y social, en definitiva ponernos manos a la obra. Revelarse no es una acción antisocial y violenta, es todo lo contrario, ver donde estábamos ciegas y nuestros ojos encontraron la luz, para de esta manera aunar el esfuerzo de todas en conseguir nuestro fin igualitario.