Inmersos en el dolor por las vidas humanas segadas salvajemente en la Promenade des Anglais de Niza durante la Fiesta Nacional francesa del 14 de julio –una conmemoración que defiende los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad- las noticias nos conmocionan con un intento de golpe de Estado en Turquía, por una franja del ejercito de este país. Nuestra reflexión colectiva nos conduce inexorablemente al reconocimiento de que los demócratas hemos perdido la más importante de las batalla, la de la educación de los ciudadanos en los valores que construyan sociedades aliadas entre sí para conseguir un mundo habitable, con sociedades prósperas y en paz, reconociendo la dignidad de la persona en todas sus dimensiones.
La lección más clara que nos ha dejado la Historia de la Humanidad es que la fuerza bruta nubla la razón del ser humano y amordaza a los pueblos. Pero ese fracaso pedagógico no nos conduce al pesimismo, sino a la renovación de nuestros ideales, como demócratas en general y como francmasones en particular. No damos nada por conseguido, para seguir con fuerza y vigor renovados, apelando al ejercicio de la imaginación constructora de un mundo para todos, desde la defensa radical de la libertad de conciencia. La libertad de la ciencia y la libertad de la conciencia, no admiten restricciones ni componendas. Resulta necesario señalar que los intereses de uno u otro signo, de una u otra naturaleza, nos han llevado demasiadas veces a transigir con la laminación de los derechos humanos, desde una lamentable capacidad para ponernos una venda en los ojos y ver la realidad solo desde el prisma de nuestra pequeñez, facilitando el paso a los fanatismos y a la ignorancia.
Cuando la Francmasonería se proclama universal no sólo está diciendo que nada humano le es ajeno, sino que se está comprometiendo con el presente y con el futuro de cada uno de los habitantes del Globo. Más allá de la filantropía, que es uno de nuestros elementos definidores, los francmasones no nos conformamos con soluciones a medias, porque la metáfora constructora que inspira nuestros trabajos no admite que la libertad de unos se nutra de la esclavitud de otros.
Hoy recordamos los momentos en los que el supremacismo yihadista ha matado a quienes no se suman a su pretensión hegemónica y totalitaria, sin distinción alguna entre ciudades y países. Y hoy lloramos a los niños y a los hombres y mujeres que han sido asesinados junto al Mediterráneo, en Niza, uniéndonos a la declaración conjunta de las obediencias masónicas francesas, que han reafirmado la vigencia del desafío de la fraternidad en el camino por el progreso de la humanidad, y han mostrado su conmoción ante la barbarie, sin ceder al miedo, inclinándose, con el más profundo respeto, ante las víctimas y sus familiares, amigos y conocidos.
Con la declaración recién citada, queremos también recordar ahora y siempre que nuestro combate es la vida, y que en ese combate no cederemos ni un ápice ante la muerte o ante el odio.
Al mismo tiempo, expresamos a los ciudadanos turcos nuestro más firme deseo de que los acontecimientos desatados ayer no pongan en peligro sus vidas, deseando que la estabilidad se recupere cuanto antes en su país y nos dirigimos también a quienes comparten allí nuestros mismos ideales para recordarles que estamos, como siempre, a su lado.
Hacemos pública nuestra preocupación extrema por el deterioro de las fórmulas internacionales de resolución pacífica de conflictos, por el reforzamiento de nuevos totalitarismos, por la muerte de los inocentes y por el dolor de los supervivientes. Pero a la vez levantamos nuestra voz, sin temor, por la defensa de los principios de democracia y de laicidad, por los valores que defendemos y el derecho a vivir en sociedades abiertas y por la alianza entre quienes con todas nuestras fuerzas nos hallamos sin duda alguna del lado del amor.
Gran Logia Femenina de España
Madrid, 16 de julio de 2016