Estuvo muy unida a su padre, que le inculcó la importancia de la educación y participó activamente en su formación. Su madre le enseñó inglés, por lo que era bilingüe y también estudió francés e italiano, así como solfeo y piano, llegando a representar algunas obras de teatro en su juventud. Cuando su padre falleció, Consuelo solamente tenía 16 años, quedando la familia en una situación muy precaria.
Por ello se examinó de Auxiliar Temporera de Telégrafos en la primera convocatoria que aceptaba mujeres, aprobando el 15 de abril de 1885 con diecisiete años. Sin embargo no llegó a incorporarse al trabajo al estar ausente de casa la familia cuando el cartero llevó la notificación del nombramiento.
La penuria económica hizo que su madre concertara su matrimonio, acabando con las aspiraciones de Consuelo y teniendo que marcharse a Asturias. De este matrimonio nacieron cuatro hijos muriendo los dos pequeños. Estas dos pérdidas fueron determinantes para dejar a su marido con el que nunca le unió el amor, teniendo que hacer frente a la crítica social. “Más virtud huir noblemente de un marido a quien no se ama que engañarlo a mansalva, fingir caricias, vender promesas y aceptar con repugnancia penosas realidades”, diría Consuelo más adelante.
Tras su separación marcha a Oviedo con sus dos hijos, donde empieza a escribir en “El Progreso de Asturias”. Posteriormente se instala en Madrid donde trabaja como periodista en “El País”, en “la Conciencia Libre” y en la revista “Vida Socialista”. En sus artículos adoptó el pseudónimo de Violeta, porque “es la flor de los desfavorecidos, a los que siempre trato de defender”, según sus palabras.
Pero el periodismo no le proporcionaba la estabilidad económica que precisaba, por lo que en 1908 se volvió a presentar para conseguir el puesto de telegrafista que compaginó con su carrera de periodista hasta su jubilación. Fue entonces cuando conoció y comenzó su amistad con Clara Campoamor, que también fue funcionaria de telégrafos durante un periodo de su vida.
Como periodista considera que la prensa, además de informar, ha de tener una finalidad educativa, moralizadora y revolucionaria. En 1907 fue admitida en la Asociación de Prensa de Madrid junto a Carmen de Burgos, con quien compartía muchas experiencias vitales y profesionales.
Como escritora se considera que su obra, formada por poesías y cuentos, crónicas de viajes, artículos de crítica literaria y una novela inédita: “La Casona del Pinar”, se adscribe en la Generación femenina del 98, manteniendo una estrecha relación con autoras como Emilia Pardo Bazán, Sofía Casanova, María de Maeztu o Carmen de Burgos.
Feminista militante, sus intereses e inquietudes se centraron en la defensa de la infancia, propugnando una coeducación pública y laica para niñas y niños como medio para conseguir la igualdad, la importancia del papel de las madres en la educación de los hijos, la defensa de los derechos de la mujer, entre ellos el derecho al voto femenino y al divorcio, la defensa de la clase obrera, la reforma de las cárceles, el derecho a unas condiciones laborales justas o la violencia machista, además de impartir conferencias sobre la emancipación de la mujer, en las que defendía que debía recibir una formación amplia que le permitiera conseguir la independencia económica para no tener que considerar el matrimonio como su único medio de subsistencia.
También fue una de las pioneras de la radio en España. En Radio España fue la primera en obtener licencia, en donde se dedicó a hablar de la mujer del futuro y de temas literarios.
Fundó la asociación de mujeres liberales “Damas Rojas de Madrid” en 1909, la Fraternidad Cívica en 1916, la Asociación de Amigos de los Ciegos en 1917. Perteneció al Comité Femenino de Higiene Popular, la Asociación para el Progreso de las Ciencias, la Unión Mundial de la Mujer, la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, la Sociedad Española del Abolicionismo contra la prostitución. Intervino en la vida cultural de forma activa, formando parte del Ateneo de Madrid donde impartíó conferencias y asistió a tertulias y debates literarios.
También su actividad política fue intensa, siendo candidata por Madrid a las elecciones de 1931 por el partido Republicano Demócrata Federal, pero no salió elegida.
Se inició en masonería en 1910 en la logia de Adopción Ibérica Nº 67, con el nombre simbólico Costa.
Ferviente republicana, durante la Guerra Civil participó en el Comité de Auxilio Femenino del Ministerio de Defensa. Al finalizar la guerra fue juzgada por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo por delito de masonería, siendo condenada a 12 años de prisión, pero debido a su avanzada edad y a su delicado estado de salud, permaneció en régimen de libertad provisional.
Su biógrafa, Victoria Crespo, en su libro “Consuelo Álvarez Pool, Violeta. Telegrafista, periodista y defensora de los derechos de la mujer”, nos dice que fue una intelectual que estuvo al lado de Benito Pérez Galdós, Gregorio Marañón, Francos Rodríguez… pero su nombre de mujer no cabía en los libros de historia.
Falleció en Madrid el 19 de enero de 1959.