Centenario del Sufragio Femenino en Estados Unidos (2ª parte)

septiembre 28, 2020

La guerra finaliza en 1865 y durante los años siguientes se centran en sacar adelante la 14ª enmienda, donde se reconoce como ciudadanos americanos a los libertos, y la 15ª enmienda, en la cual se incluían los derechos políticos de los afroamericanos libertos con la esperanza de que favoreciera el sufragio universal. La 15ª enmienda se ratifica el 3 de febrero de 1870, pero sólo reconoce el derecho al voto de los hombres.

Este nuevo varapalo hace que las asociaciones sufragistas se dividan: unas apoyan a los republicanos para conseguir la proclamación de las enmiendas, puesto que están a favor del sufragio universal, pero posponen la lucha por el sufragio femenino, estando apoyadas por figuras como Frederick Douglas.

Otras, como las lideradas por Susan B. Anthony y Stanton, que apoyaban la abolición pero no la igualdad de derechos, se centraron en conseguir el sufragio en los Estados del oeste, más proclives a dar mayores derechos a las mujeres puesto que las necesitaban para culminar el proceso de colonización de los nuevos territorios. Para ello, se embarcaron en un recorrido por dichos territorios dando conferencias y discursos allí donde tuvieran una audiencia dispuesta a escucharlas, porque tal y como comentó una mujer que se trasladó de Vermont a Kansas en 1854: “Es mil veces más difícil lograr la revocación de leyes injustas en los viejos Estados que lograr la adopción de leyes justas en la organización de los nuevos”.

Y así fue cómo se consiguió el sufragio igualitario por primera vez en 1869 en Wyoming, en Utah en 1870, en Colorado en 1893, en Idaho en 1896, en Washington en 1910, en California en 1911, en Oregón, Arizona y Kansas en 1912 y en Nevada y Montana en 1914.

Fue mucho más fácil en estos Estados porque la proporción de hombres y mujeres era muy dispar: en California había 3 hombres por cada mujer, en Washington 4 a 1, en Nevada 8 a 1 y en Colorado 20 a 1 y, por tanto, los hombres estaban más dispuestos a hacer concesiones en las legislaciones de estos Estados con tal de animar a más mujeres para que se uniesen a la colonización.

Mientras, en los Estados del este una de las razones por las que las mujeres lo tenían más difícil para conseguir el sufragio era la oposición de sectores como el de las bebidas alcohólicas y  el grupo de inmigrantes alemanes que percibían el voto femenino como garantes de regímenes fanáticos y estrechos de miras, aparte del pujante sector industrial que a menudo recurría a mano de obra infantil y pensaba que las mujeres no aprobarían estas prácticas. Excepción a esto son los casos de Nueva York y Michigan que votaron a favor de conceder el voto a las mujeres en 1917 y 1918 respectivamente.

Con toda esta dispersión y separación, la lucha por el Sufragio Universal a nivel federal con la proclamación de una enmienda a la Constitución se fue postergando, entre otras cosas,  porque las asociaciones sufragistas también se dividieron por el racismo imperante, ya que muchas de estas asociaciones de mujeres blancas acomodadas no aceptaban a las mujeres negras en sus filas. Por tanto, la lucha por el sufragio, aunque no paró, sí que se vio diluida y con acciones de poca fuerza y menos logros reales hasta que surgió una nueva generación con nuevas ideas, menos prejuicios y más determinación a la hora de actuar.

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