Ángeles Santos Torroella (Portbou-Gerona 1911-Madrid 2013)

octubre 18, 2021

MUJERES DE LA GENERACIÓN DEL 27

Un mundo.

Si hubo una obra que causó sensación en el IX Salón de Otoño de Madrid en 1929, fue sin duda Un mundo”, de la joven y desconocida pintora Ángeles Santos. Se trata de un óleo surrealista de gran formato (3 x 3 metros), en el que podemos observar un raro planeta. Realizado en Valladolid por una artista que desconocía de primera mano lo que se estaba realizando en Europa en esos momentos, esta obra fascinó a la intelectualidad del momento. Ramón Gómez de la Serna le dedicaría estas palabras: “En el Salón de Otoño, que es como submarino del Retiro, náufrago de hojas y barro, ha surgido una revelación: la de una niña de diez y siete años. Ángeles Santos, que aparece como Santa Teresa de la pintura, oyendo palomas y estrellas que le dictan el tacto que han de tener sus pinceles”.

Ángeles Santos realiza una obra sorprendente, original y moderna construida a partir de referencias obtenidas tanto de su entorno inmediato como de revistas y publicaciones de vanguardia. La más importante de ellas fue el libro “Realismo mágico, post expresionismo” de Franz Roh que, traducido al castellano en 1927, le permitió conocer, al menos en fotografía, la obra de artistas como Joan Miró y los miembros de la denominada “nueva objetividad alemana” con los que esta obra tiene mucho en común.

Causó sensación entre las élites de intelectuales del momento en autores como Jorge Guillén, Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, o Guillermo Díaz-Plaja entre otros, con quienes mantuvo desde entonces correspondencia, y finalmente acudieron a Valladolid a conocer en persona a la joven artista.

Esta pintura está catalogada como una de las obras míticas del Surrealismo Español. Para su realización, según la propia artista, se inspiró en unos versos de Juan Ramón Jiménez: “…vagos ángeles malvas / apagan las verdes estrellas / Una cinta tranquila / de suaves violetas / abrazaba amorosa / a la pálida Tierra”. Pero en esta obra se mezclan además sueños, imágenes realistas, escenas cotidianas y figuras desdibujadas, casi etéreas.

“Tertulia”

En 1929 realizó su otra obra emblemática “Tertulia”. En ella llama la atención no sólo el vanguardismo de su composición y la estética de las figuras representadas, sino la actitud de unas mujeres que se muestran muy alejadas de los modales de pose convencionales, que fuman, leen y se relajan en sofás. Resulta una temática bastante audaz para los años 20 en España, seguramente influida por su vinculación en esa época con el Lyceum Club, en cuyos salones pudo verse su obra en la exposición de 1930.

El éxito inicial de su carrera se completó con una sala antológica dedicada a ella en el X Salón de Otoño compuesta por 34 obras realizadas tan solo en dos años, con una exposición individual en París, con su participación en una muestra colectiva de la Sociedad de Artistas Ibéricos en Copenhague, así como, más tarde, con su presencia en el Pabellón español de la Bienal de Venecia de 1936.

Tras este despegue meteórico de su carrera artística, parece ser que sufrió una crisis psicológica y ante esta situación su propio padre decidió internarla en un sanatorio mental, del que finalmente salió gracias a la mediación de Ramón Gómez de la Serna. Después de aquella experiencia, su familia destruyó muchos de sus cuadros, su pintura nunca volvió a alcanzar los logros de sus inicios e incluso pasó largas temporadas sin trabajar.

La producción de Santos desde los años sesenta volvió a convertirse en su principal razón de ser, pero las vanguardias sólo eran ya un lejano recuerdo de adolescencia y juventud. Los interiores urbanos, los paisajes marítimos y los jardines llenos de encanto y fragilidad son desde entonces los temas recurrentes.

Para los especialistas es un caso singular por su madurez pictórica, siendo una artista difícil de clasificar por la evolución de su obra, caracterizada por la exploración a través de diferentes corrientes estéticas.

Actualmente, “Un mundo” y “Tertulia” forman parte de la colección permanente del Museo Nacional de Arte “Reina Sofía” de Madrid.

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