PARTE II: LA IMPORTANCIA DE LA TOLERANCIA Y LA LAICIDAD PARA EL PROGRESO DE LA SOCIEDAD
Como masonas estamos llamadas a reflexionar sobre qué modelo de ciudadanía queremos para nuestra sociedad y en qué sentido es mejor o deseable ir hacia un estado laico. Ello nos lleva a plantearnos las dificultades de la laicidad en España. Aunque imperfecta, nuestra democracia es el mejor sistema posible para la integración, la buena convivencia y participación de los ciudadanos y ciudadanas que vivimos en él. No vivimos en un Estado laico sino en un Estado aconfesional. La religión católica aún tiene gran influencia en los actos e instituciones públicas de la vida social e institucional (en el Art. 16 de la Constitución española vigente, prevalece la religión católica).
Además, el Concordato con el Vaticano entraña privilegios a la Iglesia Católica con implicaciones sociales importantes como el sostén económico de colegios concertados religiosos que incluso segregan por sexo y se benefician de ventajas competitivas frente a la enseñanza pública, contribuyendo así a un hecho peligroso que se da en otros ámbitos como la sanidad, que es el trasvase de fondos públicos a empresas privadas. Se perpetúa un modelo en el que la cultura católica se mantiene de generación en generación imposibilitando el cambio o la transición hacia la laicidad total y verdadera.
La laicidad perfecciona este sistema por la virtud integradora de sus valores y su ética: libertad de pensamiento, independencia de espíritu, respeto de las diferencias… Nos permitiría superar la situación paradójica que se produce cuando la no discriminación de las religiones minoritarias obliga a otorgarles espacios públicos de poder semejantes a los que ostenta la religión mayoritaria, que son ocupados por dichas confesiones con un grado de actividad y reivindicación que en muchos casos reactiva las olvidadas reivindicaciones de la religión mayoritaria.
Parece necesario poder explicar y transmitir adecuadamente lo que significa la laicidad, las virtudes que le atribuimos y su innegable imbricación con la tolerancia. Existe un gran desconocimiento, confusión y, muy a menudo, un uso inadecuado de este concepto, a veces intencionadamente para imponer determinadas ideas contrarias a la propia laicidad. La masonería podría contribuir de algún modo en esa labor pedagógica si queremos trabajar por un modelo de ciudadanía no excluyente.
La Masonería, ecléctica por naturaleza, busca la convivencia fraternal entre sus miembros, permitiendo la expresión libre de todas las opciones ideológicas y religiosas, y promueve la libertad de pensamiento.
La laicidad es la única vía de emancipación de los individuos y el único sistema que garantiza la paz civil y enseña la fraternidad, un instrumento fundamental para la tolerancia propia de una sociedad plural y libre. Laicidad no es rechazar, ni desechar nada, es integrar cualquier elemento humano o sociocultural en el lugar que le corresponde, armonizándolo con los demás elementos. Es una herramienta potente para articular la Fraternidad. Es uno de los valores fundamentales de la tradición masónica de la que formamos parte, y representa un valor fundamental como elemento federador de una sociedad de progreso para el ser humano.
Tolerancia y Laicidad, estrechamente entrelazados, por sí solos no se pueden desarrollar. Si el progreso de los pueblos ha sido paralelo a los procesos de laicidad se hace necesario educar a las futuras generaciones sobre estos valores como pilares fundamentales de los programas de educación para crear sociedades justas, libres, abiertas al conocimiento, colaborativas, respetuosas del medio ambiente y amantes de la paz.
El equilibro entre los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad y sus complementarios: Laicismo y Tolerancia, tienen su desarrollo en el ámbito social, pero nacen y se trabajan en nuestras logias siguiendo el método masónico. El hecho de que observemos a nuestro alrededor que la realidad se aleja de nuestros ideales no ha de desanimarnos sino estimularnos para que perseveremos en edificar desde nuestras Logias, punto de encuentro de mujeres distintas, con ideas religiosas y políticas diferentes, de procedencias social y económica diversa, un espacio de libertad y tolerancia, de fraternidad e igualdad, con la intención de extenderlo a la sociedad alejándose del dogmatismo y del adoctrinamiento, de la irracionalidad y de la manipulación.