2. ¿QUÉ PUEDO APORTAR A LA MASONERÍA?
Desde bien pequeña me encantaban las historias ocultas, y cuando digo ocultas, no me refiero a extrañas ni oscuras, sino a esas cosas que no puedo saber qué son.
La curiosidad me mueve, a veces me hace malas pasadas, pero, gracias a ella, he sorteado más de un problema. Lo mismo me pasó con la masonería.
Jamás, ni en mis más remotos sueños, pude imaginar que yo podría llegar a formar parte de una orden tan grande, tan noble y tan universal.
Por casualidad conocí a un amigo que me confesó que él pertenecía a una orden masónica, incluso me contó que había logias con mujeres. A partir de ahí, se activó ese chip mío tan incisivo entre intrigada y llena de curiosidad, que me inquieta y hace que pregunte, investigue, analice y busque posibilidades.
Leí, recopilé información, pregunté...
El 12 de febrero de 2018 la Logia Clara Campoamor celebró el 130 aniversario del nacimiento de la hermana Clara, artífice fundamental del voto femenino en España. Por ese motivo se realizaron diferentes actos en su honor. Yo asistí a uno de ellos en el salón de actos del Centro Cultural Conde Duque, en Madrid, tanto a las diferentes charlas como a la ofrenda floral ante el busto de Clara Campoamor en la plaza de Guardias de Corps.
Tras asistir a este evento y teniendo en cuenta mis investigaciones y pesquisas, decidí que quería ser definitivamente masona. En cuanto me fue posible comencé el proceso. A partir de ese momento: entrevistas, cuestionarios, formularios, consejos y a esperar.
Una de las preguntas que se repetía para discernir si era o no candidata a entrar en masonería me llamó bastante la atención: ¿Qué puedes aportar tú a la masonería?
Dado que se me preguntó varias veces estuve dándole vueltas, pues creía que a mis entrevistadoras les parecía algo fundamental.
Puedo reconocer mis virtudes, mis defectos, pero mis aportaciones en el trabajo, a los amigos y amigas y a esta sociedad siempre es algo que me cuestiono.
La sociedad siempre nos devuelve en espejo que somos de alguna manera una carga, es esa culpa que la herencia cristiana o el capitalismo siempre sumando y restando cifras que nos lanza eso de ser productivas, pero al ritmo que ellos marcan, no al que es necesario para este loco mundo que nos toca vivir.
Y cada vez que me insistían en la pregunta, yo sentía que sí, que yo aporto tanto, aunque a veces ni lo parezca, no solo a la sociedad sino a la masonería, pero ¿cómo resumirlo?
Finalmente lo dejé en una simple frase: ¡Una manera diferente de ver el mundo!
Estoy acostumbrada a luchar contra prejuicios y desconocimiento acerca de mí, pero pensé: si esto es masonería, si los principios son los que son, las que decidan mi ingreso en la orden sabrán descubrir lo importante, la esencia de mí misma.
¡Y así fue! En la fría mañana del 19 de mayo de 2018 fui iniciada en la logia Clara Campoamor.
La emoción de la iniciación me llenó de alegría… el conocer a mis nuevas hermanas y compartir con ellas también. Enseguida tomé conciencia de una gran y nueva responsabilidad que estaba asumiendo.
A partir de ese momento, mis actos no solo eran mis actos, sino los de todas mis hermanas, y dado que ellas me regalaron su confianza ¿cómo no ser mejor para demostrarles que sí, que valía la pena apostar por mí?
Me preocupaba bastante si podría ser un problema mi perra guía, es una de mis batallas personales: la lucha por mis derechos cuando camino junto a ella. ¡Lejos estaba yo de imaginar que mis hermanas iban a querer y a consentir tanto a esa perra mimosa y mimada!
El primer año como aprendiza, el silencio, el familiarizarme con el templo, los rituales, los símbolos…
El paso a segundo grado, visitar otras logias hermanas y colaborar en lo que se me pudiera dar bien.
La pandemia, montones de videoconferencias. Tratando de mantener el vínculo y los trabajos, aunque fuera a la distancia.
La vuelta a las tenidas presenciales, retomar oficialmente los rituales. ¡Y mi paso a maestra!
Me parece increíble después de cuatro años haber llegado hasta aquí. No puedo decir que haya sido un camino duro, porque la fraternidad de mis hermanas y mi logia hacen que lo complicado se convierta en algo fácil de realizar ¡pero me lo he currado!
He estudiado y leído más que en mis últimos 30 años de vida, y día a día sigo aprendiendo a ser mejor persona para mí, para mis hermanas y para tratar de mejorar este mundo que tenemos, este planeta maravilloso.
En estos años me quedo con los pequeños detalles del día a día, como cuando encontré frases en braille en el templo que mágicamente llegaron ahí y… menuda sorpresa para mí.
O cuando observo divertida cómo mis hermanas con el paso del tiempo cuentan diferente las cosas, con más descripciones, más metáforas, más palabras, lo cual, aparte de facilitarme a mí el entender las imágenes, realmente es tierno ver cómo se han acostumbrado a mi situación hasta el punto que a veces olvidan que no veo y esto da lugar a momentos de lo más curiosos.
Me gustaría llegar a ser una buena masona, de todo corazón.
Intentar atenuar este halo de misterio y extraña fama que tiene la masonería en este país.
Tratar de ser una gran librepensadora, como tantas otras mujeres de antes y de ahora, que lucharon y luchan día a día por nuestros derechos.
Seguir creyendo en las utopías, en los valores que me han sido transmitidos.
¡Y disfrutar con mis hermanas en cada tenida!
(Del libro “Mujeres masonas”, Editorial Masónica)
Super interesante. Gracias por acercarnos las vivencias de una mujer que encontró la masonería como forma de vida. Un mundo desconocido pero muy interesante.