PARTE II: VIVIR CONFORME A PRINCIPIOS Y VALORES MASÓNICOS

Vivimos actualmente en un momento que nos hace plantearnos si los ideales de la Ilustración en los que nos hemos estado apoyando han fracasado. El relativismo cultural presente hoy en la sociedad pone en entredicho los valores universales y el bien común, lo que nos empuja a defender que posiciones como la nuestra son más necesarias actualmente que nunca. Frente al subjetivismo, el individualismo y el pesimismo ante lo que nos pueda deparar el futuro, nos sentimos obligadas a defender nuestras ideas y valores todavía con mayor empeño.
Por ello, el principal objetivo de nuestra orden consiste en un perfeccionamiento personal y de la sociedad a través del método masónico, intentando las masonas y masones ser un elemento activo en la evolución del ser humano. Dicho método nos influye en cómo actuamos en nuestro día a día, cómo nos enfrentamos a los desafíos, cómo interactuamos con nuestros semejantes y cómo contribuimos a la construcción de un mundo más justo y fraterno, trabajando constantemente por el bienestar de la humanidad.
Por este motivo, la masonería no tiene sentido si no es vivida también en la vida profana. Si trabajamos en sus principios sin extrapolarlos a nuestro día a día es una falsa masonería. Tener un gran conocimiento de los símbolos, los ritos o los usos y costumbres no es equivalente a ser una buena masona, igual que ser una gran conocedora de las leyes no te hace ser mejor ciudadana.
Así pues, cada una de nosotras intenta, de la mejor manera que es capaz, aplicar en su cotidianidad lo que aprendemos en este camino por el que transitamos flanqueado por esos principios y valores que nos unen y que constituyen realmente una filosofía de vida. Es cierto que el sendero es largo y difícil, pero tenemos la ventaja de recorrerlo en compañía, pues compartimos objetivos y anhelos con las mujeres que componen nuestra logia.
Y es que todas las que acabamos llamando a la puerta de la masonería partimos de una serie de valores que para nosotras son importantes. Al mismo tiempo deseamos mejorar como personas y tenemos el anhelo de compartir nuestro camino con otras que sienten nuestras mismas aspiraciones. Como individuos ya llevamos en nuestra mochila una filosofía de vida, pero estamos abiertas a mejorarla, ampliarla y compartirla, incluso teniendo que ir desechando o modificando ideas que creíamos válidas cuando mediante la reflexión y la escucha a las demás logramos ampliar nuestro campo de visión, nuestro conocimiento. En ese sentido podemos decir que la masonería es capaz de transformar nuestra filosofía de vida y llevarnos a otra más rica y profunda, que complementa nuestra visión inicial de nosotras mismas y de lo que nos rodea a través del autoconocimiento, la reflexión y el respeto hacia las opiniones e ideas que el grupo nos aporta.

