PARTE III: POR QUÉ LA MASONERÍA ES UNA FILOSOFÍA DE VIDA

Esta filosofía sobre la que nos apoyamos, dentro del sincretismo que supone la masonería, emana de las fuentes de la filosofía clásica griega que, tras su evolución durante el Renacimiento, después en el Siglo de la Razón y posteriormente con los movimientos filosóficos y sociales de los últimos siglos de nuestra historia, hace resurgir la visión de un ser
humano diferente, que es capaz de observar más allá de su realidad y dirigir la mirada al universo ampliando su campo de conocimiento, intentando formar cada persona como un ser humano completo e íntegro en una globalidad compleja, diversa e igualitaria y, en ese terreno, pretende plantar sus semillas la masonería.
Podemos decir, por tanto, que existen varios elementos que nos permiten afirmar claramente por qué la masonería constituye una filosofía de vida:
- Nos hace tomar conciencia de quiénes somos y cómo podemos contribuir a mejorar este mundo.
- Nos aporta una ética que se sustenta sobre valores universales, como ya hemos señalado anteriormente: Libertad, Igualdad, Fraternidad, Tolerancia y Laicidad, pero también se apoya en principios como la honestidad, el sentido crítico, la solidaridad, la filantropía y la búsqueda del bien y de la verdad, entre otros.
- Queremos que esos valores y principios calen en la sociedad por lo que intentamos ser ejemplares en nuestros comportamientos y palabras, llevándolos así a nuestra vida cotidiana.
- Integra teoría y práctica: la masonería no es solamente conocimiento teórico sino una filosofía práctica que conlleva un modo de vida.
- El papel fundamental de los símbolos como elemento de aprendizaje y de transmisión.
- Nos servimos de rituales en nuestras reuniones, lo que nos proporciona un momento privilegiado para interiorizar los valores masónicos y así comprender el sentido y fines de nuestra asociación.
- Amplía la conciencia de uno mismo y de la sociedad en la que vivimos.
- Nos mantiene en un vitalismo que apuesta por el progreso y la utopía.
- Nos proporciona fe en la Humanidad y en sus capacidades para lograr el bien común.
En conclusión, la masonería se convierte en una brújula que orienta el camino hacia la construcción de una sociedad en la que han de prevalecer los valores que consideramos más necesarios que nunca en estos tiempos tumultuosos. Esa es nuestra filosofía de vida o al menos a ello aspiramos.
En el presente y en el futuro la masonería tiene un papel crucial que desempeñar porque, en cierta manera, aporta un ideal de ser humano y de estar en el mundo. Nuestro deber como masonas es alimentar ese ideario masónico y trabajar en la medida de lo posible para conseguir su máxima expresión, aportando a las generaciones futuras nuestra fe en una idea fructífera de crecimiento, progreso y desarrollo humano.
