“Manual para mujeres de la limpieza”, Lucia Berlin

febrero 2, 2021

Hacía tiempo que no había leído nada tan bueno como los relatos de Lucia Berlin y su “Manual para mujeres de la limpieza”. Un “tocho” de más de cuatrocientas páginas que puedo asegurar se lee con absoluto placer. Prácticamente desconocida hasta 2014, fue un fenómeno editorial en nuestro país cuando Alfaguara lo publicó en 2016, éxito que vino a dar a conocer en España una voz narrativa hermosa y auténtica. Lo que ella escribe es autoficción, que es algo así como utilizar como material narrativo hechos y vivencias de la persona que escribe, todo o en parte, llegando un momento en que no se distingue qué y cuánto es real o procede de la creación del narrador. “Manual para mujeres de la limpieza” es una recopilación de 43 relatos con una fuerte carga biográfica. Con una vida como la suya tuvo que tener material para rato. Sin embargo no es precisamente lo que nos cuenta Lucia Berlin lo que nos seduce sino cómo lo hace y el mensaje más profundo que entraña.

Destaca la maestría con la que nos transmite tantas emociones, el dominio del lenguaje, su sentido del humor y su mirada sobre la realidad, tan honesta y limpia. Pero sobre todo una mirada femenina. En Lucia Berlin, lo cotidiano, lo que llamamos espacio privado, su propio interior, es todo, contexto y protagonista a un mismo tiempo. Y esa es una de las cosas por las que nos parece tan cercana a nosotras las mujeres y tan auténtica.

Lucia Berlin tuvo una vida bastante tensa e intensa desde la misma infancia. A veces peligrosa, moviéndose en lo marginal y siempre al límite. En sus relatos la relación con quienes la rodean se sitúa en un plano de igualdad y respeto con cariño y delicadeza. Describe honestamente su dependencia del alcohol, su relación con su madre y sus parejas. No hay rastro de victimismo y siempre hay un rayo de luz, algo positivo.

Pocas veces como en “Inmanejable” se ha expresado la dificultad para dejar el alcohol, subrayando el contrapunto de la vida familiar. El dolor profundo se anuncia al inicio del relato... “En la profunda noche oscura del alma las licorerías y los bares están cerrados”

Detrás de cualquiera de las protagonistas de sus relatos siempre está ella, se llame como se llame. Cuatro hijos, tres matrimonios y tres divorcios. Con una vida casi itinerante, hoy en Alaska y mañana en Chile o en El Paso, una docena de trabajos de muy baja cualificación al principio y en los últimos años enfermera y profesora, cualquiera para salir adelante. Una precariedad persistente, pero con una fuerza increíble para reponerse en unos escenarios sobre todo latinos, luminosos y secos, sórdidos a veces, pero siempre con una música de fondo y color, mucho color. Lucia Berlin fue alumna de Ramón J. Sender, así como buena conocedora de nuestra lengua y estudiosa de Cervantes y el Quijote.

Pero si hay algo que me gusta de ella es la ausencia de juicios de valor en toda su obra. En el fondo, todos tenemos una historia y unos condicionantes que en sus relatos aparecen como un contexto más o menos descriptivo, sin interés explícito porque el mensaje más importante es simplemente mostrar lo cotidiano y su grandeza, que es donde nacen los héroes anónimos y donde están también los supervivientes del desamor y la soledad; y celebración de la vida tal cual es, en todos su extremos y expresiones. De ahí que en sus relatos conviva todo ello con lo divertida, irónica y deslenguada que puede ser. Lo podemos apreciar en este ejemplo:

“Nuestra madre se preguntaba cómo serían las sillas si dobláramos las rodillas al revés. ¿Y si a Jesucristo lo hubieran electrocutado? En lugar de llevar crucifijos en las cadenas, la gente iría por ahí con sillas colgando del cuello”.

Hace unos meses me sorprendió una noticia: Pedro Almodóvar anunciaba que llevaría al cine algunos relatos de Lucia Berlin con Tilda Swinton como protagonista. Es una pena que haya trascendido de esta noticia un comentario del cineasta que, probablemente deseando simplificar, ha reducido de cara a la galería su conocimiento de la escritora a un esquema bastante triste y que las mujeres estamos cansadas de ver. Y es que parece que Lucia tan solo es “una alcohólica que se casó con un drogadicto. Fue una mujer complicada…Aunque dejó un legado literario maravilloso”. Desgraciadamente el machismo está muy presente y se muestra incluso de la mano de quienes no destacan por ello. Y sobre el comentario de la “complejidad” de las mujeres, mejor lo dejamos porque está claro que no se nos suele entender.

Lucia Berlin alcanzó la fama y reconocimiento literario después de su muerte. A estas alturas espero haber conseguido despertar vuestra curiosidad aunque sea solo un poco. Una curiosidad que os lleve a leer sus relatos y también algo de su biografía. No gozó en vida del apoyo de algún editor como Carver y otros escritores americanos que, sumidos en procesos de dependencia y conflictividad personal, alcanzaron el reconocimiento literario. Me pregunto si en Lucia Berlin, cuya calidad literaria entronca con los grandes exponentes del realismo americano, están incidiendo los habituales prejuicios de género. Creo que su tremenda honestidad no entendía que uno pudiese cobrar por una novela que no había escrito aún, y su compromiso con la vida priorizando la atención de sus hijos y por supuesto la economía familiar hicieron de ella una auténtica superviviente en todos los sentidos. Es desde luego una pena que falleciese relativamente joven, precisamente el día de su cumpleaños, a los 68.  Siempre nos quedarán sus relatos. Por favor, leedlos antes de que salga la película. Os aseguro que no es nada complicada y su mirada se parece bastante a la nuestra.

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