Uno de nuestros temas de reflexión interna este año 2019 versa sobre la paz y en estos días, los medios de comunicación nos han ido anunciando los diferentes premios Nobel que se han ido concediendo en las diferentes categorías y disciplinas: Química, Física, Fisiología o Medicina, Literatura y el de La Paz.
Este premio se ha ido concediendo anualmente desde 1901 todos los años excepto en periodos de guerras mundiales. Por voluntad de Nobel, quien lo recibe es seleccionado por el Comité Noruego del Nobel, un comité de 5 personas determinado por el Parlamento Noruego. Este premio es el único que se otorga en Oslo (Noruega) —los otros cuatro se otorgan horas después en Estocolmo—.
Esto se debe a que el Señor Nobel, dado que tenía bastantes amigos en el parlamento Noruego, y además que en ese tiempo Noruega apenas tenía contacto con otros países, pensó que serían estos premios más objetivos y coherentes con el significado del premio.
“La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: el capital, invertido en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyo interés será distribuido cada año en forma de premios entre aquellos que durante el año precedente hayan trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y para la celebración o promoción de procesos de paz. El premio [...] para el defensor de la paz [será concedido] por un comité formado por cinco personas elegidas por el Storting noruego. Es mi expreso deseo que, al otorgar estos premios, no se tenga en consideración la nacionalidad de los candidatos, sino que sean los más merecedores los que reciban el premio, sean escandinavos o no”.
El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a 846 hombres, 50 mujeres y a 24 organizaciones desde su creación en 1901. El Comité Internacional de la Cruz Roja lo ha recibido en tres ocasiones, en 1917, 1944 y 1963; la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en 1954 y 1981. Los premios siempre son galardones simbólicos de reconocimiento a una labor que puede infundir a la sociedad valores que nos son muy cercanos, por ello desde nuestra Logia felicitamos al nuevo premio Nobel de la paz Abiy Ahmed, primer ministro etíope, y compartimos con él nuestros deseos de paz, libertad, igualdad y fraternidad, no sólo para su país sino para todas las naciones del planeta.
Me parece un hombre que se lo merece. Pero también creo que demasiadas pocas mujeres han sido galardonadas con el premio nobel de la paz y me gustaría que eso fuese cambiando, porque sería hacer justicia.