Parte II: La risa en la mitología y en la literatura

Yéndonos a la mitología encontramos personajes como el de la diosa del vientre Baubo o Yambe que parecen proceder de las diosas de vientre neolíticas. Dentro del conocido mito de Deméter y Perséfone, nos encontramos con el siguiente relato: Deméter inició la búsqueda de su amada hija por toda la tierra sin éxito, provocando en ella la furia y la ira. La diosa lloraba, gritaba, suplicaba a todos, maldijo las tierras fértiles del mundo y todo quedó en la absoluta aridez. Una noche exhausta se desplomó al lado de un pozo y apareció una especie de mujer que se acercó a ella bailando y agitando las caderas como si estuviera en un acto sexual mientras sus pechos brincaban al compás de la danza.
La bailarina no tenía cabeza, sus pezones eran sus ojos y su vulva era su boca. Empezó a contarle historias muy graciosas, Deméter estalló en carcajadas y esa risa la sacó de la depresión y le infundió energía para reanudar la búsqueda.
Según Clarissa Pinkola, autora del libro “Mujeres que corren con los lobos”, éstos son vestigios del antiguo ritual femenino del estar juntas, un ritual que se centra en conversaciones del vientre y en el que las mujeres hablan desde sus entrañas, dicen la verdad, se ríen, se sienten reconfortadas y cuando vuelven a casa, todo parece ir mejor.
Existe un papiro gnóstico del s. III que trata de la generación de siete dioses por medio de la risa. Según éste, después de la invocación hecha por el mago, y gracias a ella, un dios primigenio ríe siete veces y al reír crea a los “siete dioses que forman el todo “. La aparición de este número respecto a la obra de la creación es algo común a muchas tradiciones, a la Masonería tampoco le es ajeno.
En el lenguaje hermético, el símbolo de la risa parece aludir a la aparición de la luz originada por la unión de la chispa divina que el hombre arrastró en su caída con el fuego celeste que se transmite por la bendición. Encontramos un engendramiento similar en el Génesis de Moisés, donde está escrito a propósito del nacimiento de Isaac: “Y dijo Sara, Dios me hizo una risa” pues el nombre de Isaac procede de la raíz hebrea zhk, ‘reír’. En la tradición judía, Sara y Abraham representan a la pareja original. De su unión nace Isaac, la risa.
Según se explica en un interesante estudio sobre la antropología de la risa en la Grecia antigua, el verbo ‘reír’ ha sido comúnmente asociado a la idea de ‘brillar’, como aparece, por ejemplo, en la Teogonía de Hesíodo, cuando las Musas, por su canto “La gran mente del padre Zeus regocijan y al punto brillan (gelai) sus moradas“. También en el siguiente verso de la “Ilíada”, se aprecia dicha relación: “El resplandor (aigle) llegaba hasta el cielo y toda la tierra alrededor rió (gelasse) del brillo del bronce”.
Para concluir, una última observación: la risa es una especie de detector de fanatismos. A poco que prestemos atención veremos que las personas con sentido del humor difícilmente son personas fanáticas porque una de sus virtudes es reírse de sí mismas.
No sabemos si la risa es todo lo descrito pero como decía Fray Jorge en “El nombre de la rosa" de Umberto Eco, “mata el miedo y nos ofrece una salida.”

