
Bien es sabido que el mundo masónico inspirado por los maestros canteros, está repleto de herramientas: la escuadra y el compás pero también la palanca, el mazo, el cincel…
Personalmente tantas herramientas, tanta fuerza, tanto metal o piedra me produce más bien un sentimiento de rechazo ya que me siento del lado del junco, del hilo o de la nube del algodón… guiada por la intuición, esta brújula del corazón, entendí que era la mano humana la que estaba en todo esto. Según Irène Mainguy “la mano es la herramienta primordial de la especie humana” y citando a Aristóteles precisa “la mano es la herramienta de las herramientas” ya que permite la realización de lo que concibe la inteligencia.
No será casualidad que mano y manifestación tengan la misma raíz y que la representación del poder de reyes y dioses sea una mano, por ejemplo, los cetros reales en la monarquía absoluta francesa son Manos de Justicia y el dios Pantocrátor (que significa todopoderoso) está representado con la mano derecha levantada. En la tradición bíblica la mano izquierda de Dios está relacionada con la justicia (lleva las Sagradas Escrituras) y la derecha con la misericordia que es la manifestación de la autoridad sacerdotal.
Pero tenemos aquí también una dualidad entre la izquierda o “sinistra” para lo siniestro, las maldiciones y la derecha o “diestra” para las destrezas y lo positivo. Esta dicotomía tan extendida como el negro y el blanco, se difumina en la experiencia de nuestras dos manos, igualmente necesarias y complementarias. Ningún rey celta podía reinar si era manco porque la mano izquierda recibe y la mano derecha da, dos funciones físicas y simbólicas indispensables.
La mano es la parte más móvil de nuestro cuerpo con 29 huesos y sus articulaciones. La mueven unos 40 músculos. Son tantas las posibilidades y habilidades que, sin lugar a dudas, ha servido para desarrollar las herramientas. A modo de ejemplo citaré un puño cerrado que se proyecta en martillo, los dedos en garras se hacen peine o rastrillo, un dedo curvado será gancho o ganchillo, el pulgar con el índice forman una pinza, etc. Así la mano se convierte en símbolo del hacer, de la acción y por extensión del cuerpo en oposición a la mente.
La mano tiene una función de servicio, de comunicación y también la función sensorial del tacto. La mano toca, palpa, discierne una materia, un volumen, informaciones transmitidas al cerebro que a su vez manda su conocimiento a la mano así en un movimiento de coger y recoger, mano y cerebro trabajan y se perfeccionan juntos.
Veo a los compañeros canteros y escultores en su arte de tallar las piedras, pero creo que todo proceso creativo se alimenta de la relación entre lo físico y lo mental, el ojo de la persona que pinta y el pincel en su mano, la imaginación y la mano que escribe… así la mano es memoria y arte como lo son las manos pintadas en las paredes de las cavernas.
El psicoanálisis dice que si en sueños aparece una mano, es equivalente a un ojo y, desde luego, la mano es ojo para quien no ve. Recordemos también que la mano de Fátima tiene dibujado a menudo un ojo en la palma y de la unión entre la mano y el ojo nace un símbolo de protección, sobre todo para mujeres embarazadas y niños. Este símbolo es propio del Magreb pero se remonta a la Antigüedad ya que se han encontrado manos esculpidas en las estelas a la Diosa Tanit en Cartago, divinidad de la luna, la fertilidad y la guerra.
En la tradición hebraica, el vocablo YADA que significa conocimiento está construido con la raíz YAD que significa mano y claro la mano transforma la palabra en escritura para que se transmitan los conocimientos pero también la mano con el tacto abre las puertas para un contacto espiritual.
