
El pasado 12 de febrero en una fría y soleada mañana de domingo, las hermanas de la Logia compartimos un sentido homenaje a Clara Campoamor por su nacimiento, como todos los 12 de febrero desde hace algunos años.
Muchas lunas y soles han pasado desde ese lejano 1888, sin embargo, su lucha por los derechos de las mujeres sigue siendo hoy tan necesaria como ayer. Fue una lectura coral y dejamos aquí algunas de esas líneas para compartirlas con nuestros lectores y lectoras:
Querida Clara; el paso del tiempo nos demuestra que cada avance en igualdad, cada derecho de la mujer, cada lucha contra los agresores, el paternalismo, la libertad de ser nosotras mismas, es necesario proseguirla en cada generación.
“Mujer en un mundo y un tiempo en los que eran ignoradas, hija de una familia modesta alejada de los círculos del poder económico y político, con su educación truncada prematuramente por circunstancias familiares, su vida estuvo hipotecada durante lustros al empeño básico de la supervivencia. (…) Sus convicciones profundas, su imponente personalidad, su independencia, su tenacidad, su formación, sus condiciones dialécticas, su extraordinaria capacidad de trabajo y su fortaleza para sobreponerse a las condiciones más adversas son admirables” Extracto de La Mujer Olvidada de Isaías Lafuente.
En la propia voz de Clara, durante una entrevista en la Humanitat en 1931: “Nosotras, las mujeres, tenemos que alegrarnos de la derrota militarista porque eso dice mucho de nuestros ideales de paz y de hermandad, llenos de universalismo. Faltan muchas escuelas y mucha cultura. En esos templos del saber es donde se forjarán los espíritus nuevos de nuestro pueblo y donde se aprenderá a entender mejor todos esos sentimientos que ayer parecían llenos de odio y hoy obran el milagro de la comprensión y mañana serán el lazo que procure un hermanamiento completamente definido.”
Una vez más en su propia voz durante una entrevista realizada por Sánchez de la Cruz y publicada en Caras y Caretas en 1933: “¡Evidente!, Si la vida me ha brindado el regalo de las flores, también es cierto que no se ha olvidado de las espinas. Mi vida puede expresarse con una sola palabra: trabajo. Durante dos años he sido empleada en una oficina de telégrafos; he estudiado a horas perdidas la carrera de leyes; he trabajado en mi bufete de abogada, al mismo tiempo que pronunciaba conferencias en el ateneo y discursos políticos en los mítines populares… pero no me quejo. Como usted puede comprobar, esa vida de lucha y de duro trabajo no ha extinguido ni mi entusiasmo ni mi buen humor.”
Así, esta mujer inmensa nos inspira a seguir su legado de trabajo, de espíritu combativo en pos de una sociedad igualitaria para hombres y mujeres y al mismo tiempo que esa búsqueda no mengue las sonrisas, esperanza y buen ánimo, indispensables para un transcurrir saludable de nuestro andar por estas tierras.