PARTE II. ¿QUÉ PAPEL DEBE DESEMPEÑAR LA ÉTICA?

Históricamente, la ética ha desempeñado un papel fundamental en la preservación de la humanidad. En ausencia de toda norma ética, el transitar del hombre por el mundo habría sido un caos o, quizá, incluso, ya nos habríamos autodestruido.
Los valores éticos han afectado a la propia manera de estructurarnos como sociedad, pasando, por ejemplo, de vivir en núcleos aislados familiares a agruparnos en estructuras sociales más complejas (pueblos, ciudades, estados, organizaciones supranacionales y organizaciones mundiales), o a la propia evolución social, desde una sociedad muy jerarquizada a una sociedad más igualitaria e inclusiva.
Y es que, a nivel colectivo, la ética contribuye a asumir responsablemente los deberes y ejercer los derechos en el respeto a los demás, practicar la tolerancia y la solidaridad entre las personas, y a ejercitarse en el diálogo afianzando los valores comunes de una sociedad participativa y democrática.
En el momento que vivimos, en nuestro horizonte se alzan no pocos retos: en pocas décadas, ¿la inteligencia artificial superará a la inteligencia humana? Veremos cambios tecnológicos nunca vistos: la fusión de inteligencia biológica y no biológica, humanos inmortales basados en software e inteligencia artificial sensible. ¿Podremos compartir espacios con máquinas que sean más inteligentes y rápidas que los humanos? ¿Perderemos nuestra “humanidad”?
La ética, y en concreto la ética aplicada y la ética política, tendrían que ser útiles frente a estas situaciones de incertidumbre, cuando no exista una regla, o cuando las reglas no estén claras o cuando su observación pueda conducir a consecuencias indeseables.
En términos teóricos aporta un ideario, producto de los valores ilustrados y en la medida en que éstos están expresados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un apoyo a los mismos y una denuncia a sus incumplimientos. También una llamada de atención y una mayor regulación de las redes sociales y de los medios de comunicación, para que colaboren en la formación de ciudadanos responsables, críticos y con virtudes personales y sociales.
La ética aporta al progreso de la civilización un punto de fuga, un lugar al que dirigir simbólicamente todas las rectas paralelas que somos los seres humanos, formando así una amalgama de perspectivas a través de la cual se construye el futuro.
Como masonas debemos aplicar nuestra ética y seguir nuestro trabajo con nuestra escala de valores, contribuir a la paz, el progreso y el bienestar social y no desfallecer en la búsqueda del perfeccionamiento para poder contribuir a la solución de los problemas y al avance de la civilización.
Parafraseando a Adela Cortina, para contribuir realmente al progreso de la humanidad, debemos asumir un «imperativo ético» que se articula en tres momentos: hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella para que sea como debe ser.
Así pues, la ética debe ser la brújula moral que nos guíe en nuestra búsqueda colectiva de un progreso ideal, equitativo y armonioso. Desde la ética, sabemos hacia dónde debe encaminarse el progreso.
