
Uno de los lemas en los que nos apoyamos las masonas y masones es el de la Fraternidad y qué mejor forma de ilustrar este valor mediante un bello cuento. Esperamos que sea de vuestro agrado:
Hubo una vez dos hermanos que cultivaban juntos una parcela, compartiendo lo que obtenían de la tierra.
Una noche, después de haber hecho el reparto de la cosecha, uno de los hermanos se despertó y pensó:
- Mi hermano está casado y tiene dos hijos. Todo esto le causa preocupaciones y gastos que yo no tengo… Necesita más trigo que yo. Voy a llevar a su granja unos sacos a escondidas porque sé que si se lo propusiera, no los aceptaría.
Así pues, se levantó de la cama y llevó unos sacos a su hermano, volviendo a acostarse de nuevo.
Pero al rato, el otro hermano despertó también y pensó:
- No es justo que tenga yo la mitad del trigo porque mi hermano no conoce las alegrías de una familia y necesita salir y divertirse… Todo eso cuesta dinero, así que voy a llevarle unos sacos sin que él lo sepa.
Dicho y hecho, se levantó y llevó unos sacos a la granja de su hermano.
A la mañana siguiente, cada uno de los hermanos se sorprendió porque tenía la misma cantidad de sacos que en la víspera.
Todos los años, cuando la cosecha se recogía, volvía a pasar lo mismo, y nunca ninguno de los dos llegó a entender mediante qué sortilegio cada uno encontraba la misma cantidad de trigo al despertar.
Dicen que a causa de esta historia, el rey Salomón decidió levantar su templo donde los dos hermanos tuvieron sus granjas.
