¿Quién nos iba a decir, antes de ayer, la experiencia que nos ha tocado vivir a esta Humanidad nuestra? Hoy podemos comprobar lo frágiles que somos o que seguimos siendo como organismo vivo. Siempre nos sorprenderá la naturaleza que puede equilibrar el ecosistema con las especies que viven en el planeta.
Lo bueno que tiene el parón productivo obligatorio es la falta de contaminación en la atmósfera. Pero, siempre hay un pero, la falta de vida humana conlleva que ciertas especies que se nutren de los residuos de las personas, no tengan alimento y han de buscarlo en otro lugar.
Comprobamos que el aislamiento no es bueno para la gente, aunque se hagan miles de estrategias para estar en contacto; el dicho dice “no es bueno que el hombre esté solo”. La gente necesita “una voz amiga”, que le pregunte cómo se encuentra, qué tal está, qué necesita, tantos “qués”… Valga la redundancia, que no terminaríamos.
Del ser humano nace un sentimiento altruista hacia sus semejantes aunque la maldad siempre acecha alrededor de los que hacen el bien al conjunto.
Cuando finalice el estado de alarma, habremos aprendido que lo público no se ha de desmantelar, pues es la fuente y refugio donde los conciudadan@s debemos estar a salvo del beneficio crematístico empresarial. Por supuesto que nadie va a cuestionar el emprendimiento, y lo beneficioso que es para el tejido productivo de cualquier Estado. Pero nunca dejar desprotegida a la sociedad de sus servicios y de su personal y técnicos. Al fin y al cabo, los que trabajamos en muchas de estas áreas, nos decimos “buen servicio”.
No debemos tratar a los usuari@s como clientes, pues tod@s en algún momento necesitaremos del entramado y su logística para la supervivencia. Externalizar estos servicios, conlleva el deterioro de la Administración en cualquiera de sus ámbitos, pues estas empresas no cumplen con la garantía de la ley de la Administración pública o la ley de Bases de Régimen local. Dicho esto, nos encontramos con una administración casi en parálisis. Hay que empezar a renovar plantillas, y dejar en la experiencia de l@s trabajadores/as la transmisión de lo aprendido y siempre recordando que existimos porque ell@s existen y van a existir.
Como apreciamos con estas crisis, el mundo nunca va a volver a ser igual que antes. Las empresas que opten por el teletrabajo han de invertir en los medios tecnológicos y en los recursos necesarios para que los teletrabajadores puedan desarrollar sus tareas sin tener que costearse los medios de trabajo sino que éstos corran por cuenta de la empresa.
Todos han de ayudar en estos tiempos difíciles y, sobre todos, los Estados. Los del Norte evitando su prepotencia hacia los del Sur y los del Sur responsabilizándose con los del Norte, y todos mostrando respeto hacia China y mirando al continente africano para prestarles las ayudas humanitarias que eviten que las pandemias arrasen con su población. Algún día se revelarán contra quienes les olvidamos.
Finalmente, quiero daros las gracias a todas por estar siempre en contacto, lo cierto es que añoro veros en persona. Las que viven más lejos están más cerca de mis pensamientos. Y vivo la Cadena de Unión intensamente.
Es cierto que en estas circunstancias ha quedado más claro que nunca que las Administraciones Públicas ocupan un papel fundamental, han de ser las que garanticen que los derechos fundamentales, como el de la salud, sean universales.
En este objetivo, la solidaridad entre Estados que aquí se menciona, es un paso más en este camino.